miércoles, 3 de noviembre de 2010

Reflexión

Carta a un Hijo

Marilí
Querido Hijo:
Hoy me di cuenta que eres un joven que está a punto de terminar sus estudios; para mí, es como si te encontraras en el primer tramo de la escalera. Sí hijo, de esa que te llevará al éxito, te felicito por tu esfuerzo. Entusiasmo, constancia y perseverancia que te han sacado adelante y recuerda, que aquellas lágrimas que llegaron a humedecer tus lindos ojos, por el montón de de obstáculos, han valido la pena.
Quizás tus lágrimas eran porque veías en mí a una tirana; a una dictadora que en ocasiones te levantaba la mano. Yo te comparaba con otros, y te hago ver tus fallas. Quiero que sepas que no lo soy, que no es mi intención, que también me siento mal y a veces me da remordimiento, pero te quiero demasiado y por lo mismo deseo lo mejor para ti.
Pronto iniciaras el segundo tramo de la escalera. No voltees hacia a tras, sigue tu camino, sigue teniendo fe en Dios y en esta amiga. Juntos nos apoyaremos y respetaremos tus decisiones siempre y cuando sea lo mejor para tú mundo.
Deseo que con mayor entusiasmo continúes adelante y no permitas que nadie te robe tu sueño, que ningún obstáculo trunque tu camino. Lo que hiciste o no hiciste ayer, pertenece al pasado, vale lo que decidas hoy.
Recuerda, tú puedes, eres un águila, un campeón; y el campeón entrena diario para conservar su marca; no claudiques no eres un mediocre, tu país te necesita, eres la nueva generación que elegirá gobernante. Realízate como profesionista de calidad, no de cantidad; cultiva la amistad, el amor, la humildad, la honradez y lealtad, que Dios te bendiga hijo.
Tu mamá.

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