miércoles, 22 de diciembre de 2010

Columnas


La Capital
Marcelo Villanueva Luna
Sigue sin resolverse el conflicto agrario entre los poblados del Jicayán del Tovar perteneciente al municipio de Tlacoachistlahuaca, con la comunidad del Jicaral, Oaxaca, por lo que la mayor parte de los campesinos de este núcleo agrario no salen a trabajar en sus tierras de labor, ante una latente amenaza de represión a balazos. Informó así el regidor de educación del Ayuntamiento Miguel Angel López López.
Explicó que ha habido amenazas de ambos poblados, tanto del Jicayan como del Jicaral, esto derivado a que los integrantes del Tadeco; solo han manifestado ante los medios de comunicación de la capital del estado que los represores son los habitantes del Jicaral Oaxaca, «existe amenaza de ambos poblados, la mayor parte de los campesinos del Jicayan no salen a trabajara porque temen que sean reprimidos por medio de balazos».
Dijo el edil que a pesar de que se encuentra un grupo de policías estatales resguardando a la comunidad del Jicayán, existe el temor y la tensa calma de un posible enfrentamiento a balazos, ya que en otras ocasiones los habitantes del Jicaral han hecho disparos en contra del caserío del otro asentamiento indígena, «es un conflicto que no se ha resuelto, sigue latente y por parte de las autoridades competentes como la Secretaría de la Reforma Agraria y el Tribunal Unitario, no tienen plazos para cuando se pueda resolver ese problema de tierra», dice.
Refiere también el regidor que por parte del Ayuntamiento municipal de Tlacoachistlahuaca, ha sido mínimo el apoyo para la solución del conflicto, indica que el alcalde y su comuna no han jugado el papel de mediadores, ni policías municipales mandaron para el resguardo del poblado, es un asunto que lo está atendiendo la SRA y el Tribunal Unitario Agrario, en ocasiones el Ayuntamiento los ha apoyado con los gastos de traslados cuando los campesinos del Jicayán se trasladan Acapulco en los casos de audiencias.
Comentó que es una comunidad indígena muy poblada, habitan más de 800 habitantes que ahora viven en un permanente temor a ser reprimidos a balazos o que pueda activarse algún enfrentamiento como se ha registrado en otras ocasiones, «hay una tensa calma, la gente vive con miedo y hasta ni salen a trabajar», recalcó.

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