jueves, 6 de enero de 2011

PRIMERA PLANA


Recibió medalla y montó
toros la abuelita Lonchi
Cuarta parte
Texto:Javier Francisco Reyes/Fotos: Domingo Francisco Reyes.ACAXTLAHUACAN, PUEB.—Con sus altibajos, la abuelita Mamá Lonchi (María Leonor Melchor Navarrete), ha enfrentado la vida a sus 110 años de edad, ha perdido sus padres, la mayoría de sus hijos, ha cambiado de estado, porque el suyo:Guerrero le negó oportunidades, además le habían quitado el beneficio del programa «70 y más», pero también ha tenido momentos de alegría como cumplir años, divertirse y montar toros, recibir una medalla de plata (debió ser de oro) del presidente de la república y tener una amplia familia hasta la sexta generación.
Para llegar a cumplir 110 años de vida, no ha sido fácil para María Leonor Melchor Navarrete, puesto que ha visto como ha ido perdiendo a sus primeros seres queridos entre ellos su padres, luego sus hermanos, posteriormente sus hijos, pese ello, no ha sucumbido ante los embates de la vida y ha franqueado todas las pruebas que le ha puesto el gran creador.
Dejó su pueblo natal, Tehuaxtitlán (unos 200 habitantes), posteriormente se avecindó en el paraje Chautipan, luego en Teticic y hasta su estado de Guerrero, porque las autoridades le negaron la oportunidad de desarrollarse, y se fue siguiendo a sus hijos que también no tuvieron la suerte en su entidad suriana, y llegaron a esta cabecera municipal poblana, como unos extraños, acusándolos de forasteros, pero con trabajo, tenacidad, honestidad y como buenos ciudadanos se ganaron el respeto del pueblo.
También la Mamá Lonchi, injustificadamente sintió el castigo de que son capaces las autoridades, pues hace más de un año le quitaron los beneficios del programa federal «70 y más», porque cuando los responsables reportaron de que había una persona de más de 100 años no creyeron, por lo que dejó de percibir sus mil pesos cada dos meses.
Sin embargo como es una señora que no le gustan los problemas, sino dedicarse a trabajar para vivir y sobrevivir, nunca se quejó de esa injusticia y arbitrariedad, hasta que los responsables del programa «70 y más» de la Secretaría de Desarrollo Social, dependiente del gobierno federal, llegaron hasta esta localidad para verificar de la existencia, su sorpresa fue mayúscula, al ver a la persona de que si vivía y que tenía no más de 70, si no cerca de 110 años de vida totalmente lúcida y consciente de sus actos.
Pese a ese repentino retiro de la ayuda oficial, también María Leonor Melchor Navarrete, ha vivido la alegría de que le han devuelto su beneficio del programa «70 y más», a mediados del 2010, y a principios del mes de noviembre de ese mismo año, enviados de la Sedesol federal, llegaron hasta su casa a entregarle en nombre del presidente de la república Felipe Calderón Hinojosa, una medalla de plata conmemorativa que dice «1810 Bicentenario de la Independencia» y «1910 Centenario de la Revolución Méxicana», con la palabra con letras mayúsculas SEDESOL, 70 y+ INAPAM, en la otra cara de la moneda dice Gobierno Federal, un logotipo, la frase «Vivir Mejor» y México 2010.
Para completar esos momentos de felicidad, esos enviados funcionarios hicieron público en una reunión entre los más de 100 beneficiarios del programa «70 y más», que en este pueblo había sido la abuelita Mamá Lonchi, la única que recibía esa distinción del presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa.
Pero lo importante, no solamente que reciba la medalla de plata conmemorativa, si no que fuera de oro, o más que eso que la recibiera Calderón Hinojosa en la residencia oficial de Los Pinos, para que platicara con ella y constatara que en este país hay todavía personas con 110 años de vida, aun más, una mujer, y que por justicia, el gobierno federal, le diera un apoyo mayor a los mil pesos cada dos meses, no porque no los pueda recibir de sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y tatataranietos, o por su venta de ropa que hace en las ferias de los pueblos aledaños, sino como un reconocimiento del gobierno federal de México, porque es una persona que se vale por su mismo, se mantiene y vive sola con su nieta pagando sus contribuciones como cualquier ciudadano de este país.
En ese rosario de felicidad, el pasado 29 de diciembre del 2010, sus nietos, bisnietos y tataranietos, se cooperaron y le festejaron sus primeros 10 años de su bicentenario, en la que también participaron los mismos habitantes que en alguna ocasión la vieron con desconfianza, y ahora es un ejemplo de vida, que muchos ya la envidian porque la ven caminar, caminar y caminar como dice ella «buscando la vida».
Otra de las alegrías que ha vivido intensamente, es estar en las ferias de cada uno de los pueblos en donde sin temor a nada, se presenta a vender ropa por varios días, mercancía que ella misma compra junto con su nieta Elvia, en Matamoros, en San Martín Texmelucan y otros lugares, inclusive en el Distrito Federal.
Como parte anecdotario, y para demostrar su lucidez y agilidad, hace cinco años, es decir a sus 105, se atrevió a montarle un toro de jaripeo, por supuesto, no para jinetearlo, sino para tomarse la foto del recuerdo, pero aunado a esto, ninguna persona adulta presente quería posar para la foto encima de un «cebú», por temor a que reparara y lo tirara, pero como la abuelita, es campesina, no dudó en abordar al animal.
Según cuenta, que este hecho causó sensación entre los asistentes la fiesta de la corrida taurina, de que la abuelita mamá Lonchi, dejara por un momento su puesto de ropa que instala en cada fiesta en el centro de esta población, se atreviera a montarle un gran ejemplar y todavía tomarse la foto del recuerdo, en el corral de toros que se instala en la plaza frente a la iglesia de esta comunidad, con motivo de las fiestas patronales de Santiago Acaxtlahuacán, en el seis viernes de la Semana Santa.
Para que no haya duda, en una de las paredes de su casa, luce esa fotografía única, para propios y extraños que la visitan, se sorprenden ver a una persona de avanzada edad estar encima de un toro vivo, algunos creen que se trata de un «toro mecánico», pero al observarla de cerca, confirman de que es un «cebú» de a de veras.
Afortunadamente goza del respeto y admiración de cada una de las seis generaciones de su familia que forman el árbol genealógico y está para contarlo a quien quiera saber como ha sido su vida en estos 110 años.

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