jueves, 14 de abril de 2011

CULTURAL/SOCIAL

Caritino Maldonado (Q.E.P.D.)
Apolinar Castrejón Marino
El 1º de abril de 1969 el licenciado Caritino Maldonado tomó posesión como gobernador del Estado de Guerrero. Personalidades venidas de la Ciudad de México “daban realce” al acto y desde el balcón del palacio de gobierno, el nuevo gobernador saludaba a las multitudes traídas de los pueblos cercanos a la Ciudad de Chilpancingo.
Cada uno de los políticos, fueron presentados entre aplausos y vítores, casi como héroes. Banderas, logotipos y escudos del PRI adornaban el palacio, los árboles, los postes y los comercios que rodeaban los jardines. Ningún otro partido opacaba la idílica escena. La “clase política” era homogénea y no había diputetes impertinentes y contestatarios como Fernández Noroña.
La fuente cuadrada que se encontraba en el centro del jardín lanzaba fuertes chorros de agua hasta una altura de 5 metros, lo cual ofrecía un espectáculo impresionante y refrescaba el ambiente del mediodía. El Ayuntamiento era lo que actualmente llaman Museo Regional de Guerrero, y en su interior había enormes hieleras llenas de refrescos, lo mismo que mesas con frutas y tortas para toda la gente que quisiera.
La banda de música del Estado ponía un marco solemne al acto, y las bandas de viento pueblerinas daban mucha alegría para tener a la paisanada contenta y aplaudiendo. Danzantes y charros (de a caballo), vendedores de paletas y “raspados”, de palomitas, de nieves, de “semillitas” y de mangos con chile, completaban la escenografía.
A la una de la tarde terminaron los discursos y los aplausos, y la gente se fue a sentar a las bancas de los jardines, al kiosco, a los corredores del ayuntamiento, y algunos hasta se metieron a la iglesia. Por los altavoces se escuchó la noticia de que en los viveros del norte de la ciudad (que actualmente es el zoológico), se daría una comida para todos los contingentes.
El lugar era una arboleda muy fresca, lleno de pasto, con plantas y arbolitos recién germinados. Ahí se colocaron grandes mesas, sobre las cuales se repartió generosamente barbacoa de chivo y borrego en pencas de maguey, tortillas y bolillos, agua fresca, refrescos y cervezas. Tríos, cancioneros y redovas armonizaban el ambiente, y ya por la tarde se presentaron bailables y tarima.
Caritino Maldonado había sido electo para cubrir el periodo de 1969 a 1975. Y fue un buen gobernador, de trato sencillo y comprensivo, que se ocupó de remediar algunos problemas de las comunidades, y se sabe que tenía grandes proyectos para desarrollar la agricultura, la ganadería y la industrialización del estado.
Pero el sábado 17 de abril de 1971 a mitad de su mandato, cuando realizaba una gira de trabajo, el helicóptero Hughes 500 en el que viajaba se desplomó, ocasionando la muerte de todos los que iban con él. Hace 40 años de estos fatídicos hechos, y hasta ahora, no se sabe exactamente en qué lugar se desplomó el aparato.
Las versiones “oficiales” se contradicen, pues mientras las autoridades de justicia dijeron que la aeronave cayó en “La Barranca de Cuapalotes”, de Marcos de Mirabal, municipio de Pungarabato, funcionarios de la secretaría de Gobernación aseguraban que fue en la barranca de Guapaleta, municipio de Zumpango del Río “a 35 kilómetros de Chilpancingo”.
La prensa local publicó el 19 de abril que: “El aparato era pilotado por Héctor Humana Taboada, máster en Hughes, y que al parecer el percance se debió a que el helicóptero fue abastecido con gasolmex 80, y no con turbosina, que es el combustible adecuado”. Pero entonces el experto ¿No sabía mucho? En otras columnas la Secretaría de Comunicaciones y Transportes declaraba que “Un cambio en la densidad del aire, pudo arrojar al aparato contra las rocas”.
El reportero que el periódico Excelsior envió a recabar información, encontró a unos leñadores de nombre Jesús y Martín, que andaban en la zona el día del percance, quienes aseguraban que “no escucharon ninguna explosión, y solo los vieron caer hasta el fondo de la barranca”.
Trabajadores del aeropuerto de Toluca de donde partió el helicóptero hacia tierras guerrerenses, declararon a los reporteros de medios nacionales que fueron testigos cuando el piloto Héctor Humana, le dijo a su copiloto “Bájate, tú tienes familia”. Y también sabían que en más de una ocasión, dijo a su patrón que “ya no quería volar por el Estado de Guerrero, porque era muy peligroso”.
El gobernador Caritino Maldonado, había sido citado a la presa de La Calesa del Río Balsas para firmar importantes convenios, con diputados del PRI, y otras personalidades como Rubén Figueroa, que era vocal ejecutivo de la Comisión del Balsas.
De manera por demás casual, se encontraba en Chilpancingo el profesor Carlos Hank González, gobernador del Estado de México. Con la “generosidad” que siempre ha caracterizado a los políticos ricos, le prestó el helicóptero en que había venido, para que “…se transportara rápida y cómodamente”, mientras él se regresaba por carretera a Toluca. Un testigo asegura que el profesor le había dicho a su piloto: “No te preocupes, será el último viaje”.
Los peritajes ministeriales, ocultos hasta para los familiares, contienen información de que al piloto se le detectaron 3 impactos de bala (¿?). Y otros archivos igual de secretos consignan que el gobierno del Estado de México tuvo que pagar todos los gastos, por que la compañía Hughes se negó a aceptar responsabilidad alguna, alegando que el aparato era tan seguro que resultaba imposible pensar siquiera en fallas mecánicas.
Los resultados del “accidente” del gobernador progresista, abierto al diálogo y ajeno a la violencia, permitió que llegara al poder la siniestra figura de Rubén Figueroa Figueroa, señalado como cacique, pendenciero, y barbaján. De inmediato sentó su hegemonía, para imponer alcaldes, diputados, senadores y cuanto servidor consolidara su poder, y su línea de mando a través de Rubén Figueroa Alcocer y Rubencito Figueroa Smuthny.