viernes, 1 de abril de 2011

OPINIÓN

Aguirre gobernador en dos tiempos


Isaías Alanís


Hoy, cuando tú lector, mi semejante, mi igual, leas estas notas, ya se habrá consumado otro ritual simbólico para la entidad, la ceremonia en que Angel Heladio Aguirre Rivero, fue nombrado Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Guerrero, producto no de la casualidad, sino de coyunturas históricas que hoy vive el país y los partidos que lo representan. Lo que aconteció en la sede del Congreso, me recuerda lo ocurrido el día en que el mismo Aguirre Rivero, en su natal Ometepec, pronunció un discurso pleno de emoción posterior a ser nombrado Gobernador sustituto hace quince años.

Esa media mañana de calor, polvillo en el rostro y la sonrisa franca de los costeños que celebraron con entusiasmo que uno de sus hermanos, primos, amigo de la infancia, fuera gobernador, producto de negociaciones con el entonces presidente de la república y los mandamases del partido en el poder, ante la salida de Rubén Figueroa Alcocer por la matanza de Aguas Blancas, debido a presiones nacionales e internacionales por el brutal crimen de 17 campesinos en el vado sangriento a manos de policías del estado. Lo recuerdo vivamente. Estaba recién desempacado en Guerrero por presiones políticas a causa de mis escritos, y la costa, sus hombres y mujeres que conozco, ríos, montañas, dársenas, playas y lagunas, como que de pronto se plantaron en la expresión incendiaria de los costeños que recibieron el nombramiento de su paisano, con expresiones de cariño, júbilo a ritmo de la única chilena que todos llevamos dentro, la del corazón.

A quince años de aquel evento, rodeado de gente bullanguera, de conocidos, amusgos y mixtecos, de mestizos y afromexicanos, de hombres y mujeres del Alto Balsas y rostros cansados de políticos que asistían a otro ritual más, esta analogía en el tiempo y la historia, me conduce a explorar el corazón de Aguirre Rivero. En el instante en que le fue tomada la protesta, primero como gobernador interino, y hoy 1º de abril como gobernador constitucional. Recordará el día, las horas previas, la adrenalina, el anunciamiento esperado del entonces Secretario de Gobernación, Emilio Chauifet al llamarle y decirle que él, en su calidad de presidente del tricolor, ha sido el elegido para darle continuidad al gobierno iniciado por Figueroa Alcocer.

Aquella mañana en Ometepec, después de los abrazos, oratorias costeñas y el llanto de algunas mujeres pobres, pero no de emoción, nos seguimos con la comida, los tragos, y ese calorcito en el cuerpo que reúne la sal con la espuma cercana del mar. Más tarde el jaripeo, suspendido por la caída del redondel, los heridos, los rumores, las avionetas que despegaban del aeropuerto de Cuajinicuilapa, la revisión en el hospital de los heridos, de pronto puso un impase al futuro de su administración, una duda. ¿Quién montó la plaza de toros para el jaripeo, qué empresa y por qué se cayó, o fue mero accidente?

A quince años de ese evento, hoy las condiciones son distintas, Angel Heladio Aguirre Rivero, es gobernador producto de una coalición y del triunfo en las urnas, y del equívoco de los dueños del poder, al nombrar a Manuel Añorve Baños abanderado del tricolor, circunstancia que propició la ruptura de Aguirre Rivero con el PRI, y su inclusión como candidato de coalición con PRD, PT y Convergencia. De no haberse dado esta ruptura, el PRD, estaba noqueado gracias a la buena labor de zapa de su gobernador, que hasta el final de su mandato no ha cejado en decirles sus verdades a medias y completas en medio de un escándalo de corrupción mayúscula. Vaya forma de expresarles lo que son sin esperar a que nadie le diga lo que fue, es y será con respecto al partido que lo llevó al poder.

Y en esa vorágine de nombres, siglas, vedetes y líderes, capellanes de grupos políticos; traiciones dentro y fuera de la misma casa, tropezones mediáticos, llamadas alambreadas y los miles de perredistas huérfanos de liderazgo que se sumaron a su proyecto; dolidos Convergentes con Torreblanca Galindo, por robarle a Luis Walton Aburto la presidencia del puerto en alianza con Jesús Ortega; petistas ufanos de su pequeñez y su fuerza al acoger a AMLO y a los disidentes dentro de la disidencia perredista. Y como corolario al boquete hecho al tricolor, cientos de priistas, diputados, líderes, miembros de la naciente sociedad civil, viejos luchadores sociales, maestros disidentes y no tanto, empresarios locales fuertemente golpeados, gente común y los trabajadores del gobierno del estado, en forma natural sin la presión de sus líderes que resultaron fallidos al pronunciarse por el alcalde porteño.

¿Sabrá el experimentado político costeño, la responsabilidad tan grande que asumió hace unas horas en el Congreso del Estado, ante los tres poderes ahí representados? ¿Logrará hacer un gobierno de cara a la gente ante la terrible situación del estado en renglones tan sensibles, como, marginación extrema, y el azote intenso de la violencia en todas sus formas, modelos y especialidades? Y la pregunta de los sesenta y cuatro mil pesos, ¿Se verá obligado por presión social, o responsabilidad ética a castigar a servidores públicos de la pasada administración “perredista” que a todas luces cometieron inhumanos actos de corrupción en un renglón tan sensible como la salud?

¿Cuál será su verdadera posición ante la presa de La Parota, las mineras expoliadoras de los recursos naturales menguados de Guerrero? ¿Avalará los PPS, notables por la persistencia de su predecesor? ¿Se resolverá el crimen de Armando Chavarría Barrera, los indígenas de Ayutla y una lista interminable de líderes, asesinados, mujeres violadas por el ejército, y de las cien mil noches negras de los gobiernos, que durante cien años dominaron en el estado más pobre de México?

¿Aguantará vara ante la guerrilla mediática que le espera del priismo dolido por el retiro del Tianguis Turístico, la intromisión de Marcelo Ebrard, colocando a su gente en renglones significativos y simbólicos de Guerrero? ¿Negociará con Zeferino, o romperá con él como lo hizo a medias con Rubén Figueroa? ¿Su incesante activismo en el Distrito Federal con secretarios de estado, el presidente Felipe Calderón, empresarios y representantes eclesiásticos, es una buena señal o el antecedente de su “estilo” con el que gobernará cuatro años, dependiente totalmente de las decisiones del centro? ¿Se afiliará al PRD, como ya lo hizo su Secretario de Gobierno, Humberto Salgado Gómez? ¿Cómo negociará con las exigentes huestes “perredistas” de la administración zeferinista, que durante la campaña le jugaron contras, y cuyos resultados electorales están a la vista?

Ometepec, no será lo que fue hace dos décadas y media. Chilpancingo no es el que fue en ésta y la otra fecha: En ambos tiempos Guerrero fue y sigue siendo, pobreza, desesperanza, cadencia, desmesura, violencia, esperanza: límites. Recordando el eslogan de entonces, ¿Se espera que haya “un nuevo horizonte para Guerrero” a partir del 1º de abril del 2011, o habrá nuevo significado simbólico del gobierno que hoy principia?

Angel Heladio Aguirre Rivero en dos tiempos. No cabe duda. Algo se aprende andando el tiempo.