jueves, 12 de mayo de 2011

CULTURAL/SOCIAL

Día del maestro
Apolinar Castrejón Marino
El maestro José Ortega y Gasset parecía estar invadido de amargura cuando escribió la siguiente reflexión: «Siempre que uno dice la verdad a los jóvenes se indispone con ellos. Después, cuando lo han aprendido duramente y a sus expensas, creen haberlo inventado y entonces deciden que el maestro es un imbécil».
Las autoridades educativas de las entidades siguen considerando que el Día del Maestro es un justo reconocimiento a la labor constante, agotadora y desinteresada de los maestros y maestras de nuestro país. Y las autoridades centrales, en voz de Secretario de Educación aseguran que en materia educativa estamos mejor que antes.
Los discursos oficiales y los agasajos oficiosos de los comités de padres de familia aún están plagados de frases empalagosas hacia la labor de los maestros y los funcionarios advenedizos continúan diciendo que el maestro de escuela es un ser dotado de una vocación singular, de un gran amor hacia los niños, y que su labor es un verdadero apostolado.
Y debe ser verdad, si nos referimos a los maestros de grupo que permanecen en las zonas rurales, en donde realmente se entregan a la comunidad, atendiendo a los niños organizándolos en varios grupos, él solo, en la mañana y por la tarde. Nos unimos con gusto a todas las felicitaciones y homenajes que les hagan.
El maestro rural, es el único que se merece el título de maestro, porque además de impartir los programas educativos oficiales, se da tiempo de enseñar a leer y escribir a los jóvenes y adultos que se le acerquen, sin necesidad de campañas de alfabetización oficiales. Muy a su pesar, o de buena gana, se compenetra con la comunidad y así está en capacidad de apoyar sus causas económicas, sociales, culturales, y tradicionales.
Los maestros de las comunidades dejan la vida muelle y tranquila de la ciudad o de su pueblo, y se remontan a las montañas a enfrentar un medio incierto, duro y hostil, lleno de precariedades y peligros. Tienen que aprender a manejar sobre la marcha otras costumbres, otra forma de alimentación y otras creencias diferentes a las suyas. Para ellos, nuestra admiración y gratitud.
Según el censo de población más reciente, dos terceras partes de mexicanos se concentran en las ciudades. Pero esa tercera parte que aún permanece entre cerros y cañadas, necesita servicios y atención por parte de las autoridades.
Pero los egresados de las normales se regodean con su flamante título de licenciados y presumen muy buena preparación, y se niegan a irse a las aulas o las comunidades. Mientras haya autoridades corruptas y complacientes, estos jóvenes profesionistas comodinos siempre encontrarán la manera de conseguir una «comisión» o una «recomendación» para incrustarse en instituciones, oficinas y dependencias en las ciudades.
Cientos de «maestros-licenciados» infestan las oficinas, los ayuntamientos, las bibliotecas, las casas de cultura, los organismos descentralizados y muchos otros centros burocráticos en donde hacen el papel de mediocres, aprendices de todo y especialistas de nada. Esos maestros-licenciados «patos» que han iniciado su vida profesional en medio del amiguismo, el compadrazgo y la descomposición social, son los más proclives a la corrupción.
La tinta de los periódicos aún no se seca, en donde se da la noticia que a nivel nacional, los Estados más corruptos son Guerrero, Hidalgo y Colima y Oaxaca. Y también nos enteramos de que la mayoría de los actos de corrupción se dan en las direcciones de tránsito, las oficinas de educación y los juzgados.
Pero si el sector educativo, que debiera ser la punta de lanza de la cultura de nuestro país, tiene como lideresa a una sempiterna cómplice del gobierno, surgida del caldo gordo de la traición y alimentada desde la presidencia de la república con la rebanada más grande del pastel del poder ¿Cómo esperamos que la educación sea de calidad?
En el colmo de la voracidad, Felipe Calderón le permitió que colocara a su yerno como Secretario de Educación, atropellando los derechos de educadores e intelectuales, que llevan décadas entregados a la formación de nuestra niñez y juventud. En consecuencia el Secretario Lujambio se erige sin recato como candidato de la Presidencia de la República con una anticipación de dos años.
A nivel estatal teníamos algunas esperanzas de que el gobierno pusiera mayor interés en la educación, mas por lo que se ve, la Secretaría de Educación Guerrero, continuará siendo una agencia de colocaciones «…para los que apoyaron en la campaña al gobernador». Y en el mismo sentido se manejan las dependencias, y áreas del medio extraescolar. Con lo cual el Estado de Guerrero seguirá siendo de los más atrasados y pobres.

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