martes, 5 de julio de 2011

COLABORACION

El que por su
gusto es wey
Apolinar Castrejón Marino
Pues por esta vez no vamos a sumarnos a la cascada de tinta que se gasta en torno a las recientes elecciones en el Estado de México. Solo nos referiremos al tema de los dichos y refranes, pues su origen y significado guardan importantes lecciones para nuestra vida diaria.
Iniciamos esta colaboración con un refrán muy mexicano «el que por su gusto es wey, hasta la coyunda lame», del cual será necesario abundar algunas cosas, habida cuenta que nuestra sociedad actual ha dejado de ser agrícola.
Los weyes son esos animales mamíferos, cornópitos, con grueso forro de cuero. También es conocido porque cuando es pequeño se le llama becerro, y cuando pasa a ser joven se le llama toro, y sirve para que algunos valientes se monten sobre ellos provocando sus reparos y cornadas ciertamente, peligrosas.
Bueno, pero cuando crece más y le dañan los testículos, se llama wey, y se le utiliza para arar la tierra, jalar una carreta o hacer girar la rueda de un molino. Y cuando ya no sirve ni para esto, se le convierte en bisteces o barbacoa. En esta misma etapa sirve de ejemplo de los maridos abnegados…quien sabe por qué.
En la etapa de wey, se le amarra a una tabla gruesa burdamente labrada llamada yugo, con unas tiras de cuero a las que se llama coyundas. El yugo se ha convertido con el paso del tiempo, en alegoría del matrimonio, y el refrán alude a los weyes más resignados a su condición de sufridas bestias, que en sus escasos momentos de descanso, o cuando los están desatando y tienen al alcance las coyundas, aprovechan para lamerlas, debido a que por el sudor y el sebo que les untan para que se mantengan flexibles, adquieren un sabor salado, muy de su agrado.
Y a propósito de que nuestro Estado de Guerrero ha dejado de ser agrícola, es la ilusión y la fantasía de que hemos salido del atraso, la marginalidad y la pobreza. Porque dígame usted ¿cuando una de las 3 entidades más pobres de México se tornó industrial, o ganadera, o minera?
La historia reseña las particularidades de una sociedad, de acuerdo al modo de producción, de bienes, de satisfactores, y de explotación de los recursos naturales. La economía también se refiere a las actividades que realizan los hombres (y las mujeres) para alcanzar estándares de progreso y bienestar.
Así las cosas, nuestras ciudades y pueblos tradicionalmente se dedicaban a cultivar las tierras, a la crianza de ganado y a la recolección de frutos del campo. Entonces desde niños sabíamos qué era un arado, un comal y un wey. Perdón por el tropiezo, pero nos indica una secretaria que no se dice wey, sino buey.
La gente comía huevos de gallina, leche de vacas y carne de animales. Pero de pronto la sociedad cambió: la leche y los huevos fueron proscritos por los médicos, por que contienen colesterol y grasas; la leche que consumimos, sale del cartón; y la carne es de talco (¿?) Si, aunque usted no lo pase a creer, en una escuela técnica industrial cercana a la Ciudad de Chilpancingo, producen salchichas. Les diremos como las hacen los alumnos que ahí estudian.
En una tina vierten 5 kilogramos de harina, 10 litros de leche de soya, 2 kilogramos de huevos, un botecito de pintura vegetal color carne, y un kilogramo de manteca vegetal «Inca». Colocan esta mezcolanza en las revolvedoras industriales de la escuela y van agregando agua según les parezca conveniente.
Después de este proceso se obtienen 50 kilogramos de una maza rosácea que se reparten entre los 20 alumnos «productores», y salen a vender «salchicha» para ayudar al sustento de su hogar. Tienen la opción de hacer las «salchichas» en forma cilíndrica, pero para que al público le salga más barata, mejor la venden «a granel», a razón de 100 gramos por 10 pesos ¿Cómo la ve?

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