martes, 27 de septiembre de 2011

PRINCIPAL DE NOTA ROJA

Asesinaron al papá y
violaron a su hija, hoy


Antonio Cantú Rendón.—De dos balazos de escopeta calibre 12, fue asesinado en el patio de su casa, un campesino en la cabecera municipal Quechultenango, mientras que a su hija fue raptada por varias horas por un grupo armado y después de ultrajarla la dejaron en libertad.
El campesino que hoy martes cuando eran cerca de las tres de la madrugada, en los momentos que salió de su casa para hacer sus necesidades fisiológicas y a la altura del patio, dos personas armadas al verlo le dispararon a una corta distancia.
El ahora occiso que tenía su domicilio en las orillas de la colonia «San Sebastián» que se ubica de lado de la carretera de terracería que comunica a la Presa, de la cabecera municipal de Quechultenango al ser rafagueado con escopetas calibre 12 cayó al suelo y murió instantáneamente con la cara viendo hacia el cielo.
Los supuestos delincuentes al ver que su enemigo ya estaba sin vida, se metieron a la casa y tomaron por la fuerza a la hija de 17 años del ahora occiso y posteriormente se la llevaron caminando hacia el cerro en donde la ultrajaron sexualmente en varias ocasiones.
Luego que lograron su objetivo de violación, los presuntos criminales, la dejaron en libertad, por lo que la jovencita de la cual se omite su nombre, por razones obvias, alrededor de las 8 horas de hoy mismo llegó a su casa.
Las autoridades investigadora al interrogarla de quienes son las personas que mataron a su padre y a ella la violaron, no quiso revelar la identidad, puesto que la amenazaron si decía algo de lo ocurrido, pues la matarían junto con el resto de su familia.
Un auxiliar de la Agencia del ministerio Público del Fuero Común junto con peritos de la Procuraduría General de Justicia iniciaron las diligencias de ley, y dos metros en donde se encontraba el cuerpo de Celerino Miramontes Campos encontraron dos cascajos de escopeta calibre 12.
En ese mismo lugar, fue entregado el cadáver, ya que sus familiares y su esposa del ahora occiso, Elena Castro Morales, dijo que no tenía recursos económicos para andar en Chilpancingo, por lo que un médico legista le hizo un reconocimiento de la muerte del campesino.

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