miércoles, 14 de diciembre de 2011

•AGUIRRE: EL EJECUTOR
principal ejecutor de las acciones que asesinaron salvajemente a los dos normalistas de Ayotzinapa, Angel Heladio Aguirre Rivero, prefirió destituir a los funcionarios responsables de la Seguridad Pública, pero bajo la promesa de brindarles impunidad, y para ocultar él su enorme responsabilidad como máxima autoridad en el estado. La indolencia, la insensibilidad, la barbarie y la muerte, han sido y serán las herencias de sus gobiernos. La
 masacre de Aguas Blancas, y la muerte de los dos normalistas de Ayotzinapa, han sido y serán la huella de un hombre marcado por el alcoholismo. Es evidente que la acción de las diferentes coordinaciones policiacas en contra de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, fue una acción avalada, impulsada y tolerada por el gobernador del estado Ángel Heladio Aguirre Rivero, quien se negó a recibir en audiencia hasta en cuatro ocasiones a los jóvenes, a pesar de que en el pasado mes de septiembre en su visita a esas instalaciones se los prometió. «Van a ir a comer a casa Guerrero», les habría dicho el gobernador de las masacres, a los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, presumiendo que su gobierno sería de apertura, de dialogo y de soluciones. Pero después de esa cínica visita todo cambió. Regresó el Aguirre Rivero de la masacre de El Charco, el del priismo rancio, corrupto y cuatrero. Indolente, mentiroso, cínico, desvergonzado y autoritario, Angel Heladio Aguirre Rivero, les negó audiencia a los estudiantes de la Normal, hasta que cansado de las protestas, envío a toda la caballería de la Policía Estatal y Ministerial, a exterminarlos, como así lo hicieran los alemanes con los judíos en los campos nazis. La muerte y el horror, son los signos distintivos de un gobernador del estado, que se niega a cambiar, que permite y ordena acciones criminales, que está más interesado en volver millonarios a sus consanguíneos, que permite que se saquee el erario público, para que sus amigos ladrones conserven el poder en Ayuntamientos y diputaciones. La renuncia de sus funcionarios no es la solución a la masacre de los estudiantes. Lo justo y necesario para que haya paz en Guerrero, es que los funcionarios cesados vayan a la cárcel, que todos y cada uno de los Policías Federales, que hicieron disparos al aire paguen, que los agentes de la Policía Ministerial que dispararon sean detenidos. Pero también, se hace necesario que se ordene la detención y castigo para todos los funcionarios y ex funcionarios que dieron las ordenes que los policías acudieran armados al lugar de la protesta. El despido y la detención de Moisés Alcaraz Alarcón por su ineptitud e ineficiencia, al no informar correctamente de lo que sucedía en el lugar de los hechos y por confabularse con los ex funcionarios para sembrar armas largas y cartuchos a los estudiantes. Es necesario que se esclarezca también, quién dio la orden de que se les sembraran cartuchos y el rifle de alto poder, a los estudiantes normalistas con la finalidad de que se creara un falso escenario de los hechos. Y es que esa fue la primera idea que surgió de una mente torpe y sicótica, de un personaje burdo y falto de ideas: crear un escenario de impunidad. Pero todo falló, las evidencias de video y fotográficas, puso al desnudo la falta de conocimiento de los encargados de resguardar la imagen del gobernador del estado. No todo se arregla en una noche de drogas y alcohol. El gobernar un estado de Guerrero y complejo, no es en base a la confianza a sus amigos, sino en la responsabilidad que ello implica. El enorme caudal de simpatía con que llegó el gobernador del estado de Guerrero, se fue a la borda gracias a las estupideces de un grupo de asesores de imagen, que sólo están de lambiscones. Ello lo pagó caro.

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