viernes, 3 de febrero de 2012

COLUMNA


La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre
¿Alguien ha escuchado la expresión «ya todo está planchado»?,bueno, eso en estos tiempos, eso no significa otra cosa sino que nuestros políticos insisten en parecerse a Dios y la Biblia, con aquello de que ya todo está escrito.

Allá arriba, como se dice para referirse a la cúpula gobiernista o partidaria, se arma todo, se acuerda todo… se plancha toda, de tal forma que los mayores disparates, perdón, mejor dicho, la gente que menos posibilidades tiene para un puesto llamado de elección popular, si se es ungido por el dedo divino, de repente ve hecho el milagro.
Y al ver eso, llora, se desgañita, tiembla de emoción, y nos hace creer que le ha hecho justicia el que reparte el queso, digo, la revolución, y por lo tanto, es justo y necesario de que ahora a él le toque robar, caray, otra disculpa más, que le toque ayudar a la gente, regresarle el favor.
De esta forma, que las encuestas que se eructan con un vaho pestilente, no son sino meros shows patéticos del juego de la mofa. No se trata pues de decir, «ahora este es el que quiere la gente», no claro, la expresión es «ahora a fulano le toca», pues las páginas del libro sagrado, de su libro sagrado, ya están palomeadas.
El pueblo quizá, pero sólo quizá, se encuentre molesto, aunque como dicen los universitarios, el pueblo es ignorancia y es de mente muy influenciable, allí claro, los ejemplos del candidato de Televisa, a la hechura y semejanza de la caja que dicta destinos y hace vidas. Y el pueblo se los engulle.
Por eso se verán, como también ya todo deba estar escrito, de acuerdo a lo que dicta «El Diosito» de los políticos, dicho con cariño por supuesto, encuestas elaboradas por empresas inquisidoras inexistentes, y pagadas por los interesados, para luego, filtrarlas a la prensa, esa cosa que es objeto de uso de los políticos, con su libertad de expresión y toda la cosa, y revienta los resultados de un candidato ungido con el dedo divino.
Qué increíble resulta que la gente de la Cosa Pública, siga imaginando que el pueblo sigue siendo la parte más delgada del hilo, la parte que se cree eso de que su derecho al voto es la que realmente hace funcionarios.
Y vaya, ¿cómo se llaman aquellos que no hacen nada?, perdón, ¿que trabajan a favor de la gente?… sí, «representantes populares». Esos que también se deshacen en sus discusiones internas, y los callan con la línea del jefe, en un mundo donde los poderes siguen supeditados al gran hacedor terrenal.
No hay que buscarle mucho: ya está todo planchado, ya todo está decidido. ese que será ubicado en tal o cual puesto, por compromiso político, porque es el más manejable, o por orden superior, de hecho las campañas no son sino meros actos circenses de hacer que hacen algo inexistente.
Acá, en la vida real, la gente teme, la gente se sume en la desesperación, la acarrean para mítines, y hasta los hacen ensayar coros patéticos, con o sin fanfarrias grabadas. Qué triste y lamentable. El pueblo, bueno, vaya, el pueblo sólo sirve para votar, o al menos eso se dicta en el quehacer cotidiano, donde le imponen candidatos que no quiere, le colocan gente que no desea, ocupe un lugar donde debiera estar un hombre o mujer capaz.
Al pueblo le ponen al mono y le dicen vota por él, con o sin dinero de por medio, con o sin despensa prometida, con o son vergüenza. El pueblo es un ente al que como al perro más flaco, le cargan todas las pulgas.
Y bueno, ejemplos de arbitrariedades y burlas que le hacen al pueblo hay muchas, una de ellas es la lista de la Auditoría General del Estado, donde por omisiones aparecen personajes inhabilitados, como el expresidente de San Miguel Totolapan, de extracción perredista, Daniel Torres García, inhabilitado del 3 de diciembre de 2010, al 3 de diciembre de 2014.
Y ahora, ahora resulta que ya no aparece en la tabla, se desconoce bajo la ayuda de quién, pero ay fue borrado… sin embargo, no es el único caso, en verdad que no, ni siquiera la punta de este iceberg que cala y entorpece los sentidos. Pues bueno, como dijera una cancioncita patética, no queda más que decirle al pueblo: que vote pues si no lo hace, al rato le cantarán «te lo dije», con voz de tenor de barrio.

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