martes, 20 de marzo de 2012

COLUMNA

La muerte ronda encima
 de cualquier guerrerense

Tino Gatica *

 ¿Cómo le explicas a las viudas, a los huérfanos, a las nietas, a las hermanas, a los abuelos de que tu familia, un policía, murió por la Patria, más bien en esta estúpida «guerra» contra el narcotráfico del gobierno federal?
Hace dos años aproximadamente, un reducido grupo de periodistas fuimos al puerto de Acapulco, a protestar por la situación de violencia que se estaba cerniendo en contra de todos los sectores de la sociedad.
También quienes integran este gremio tiene su lista negra de asesinatos y agravios.

Como siempre, la indiferencia, y el «no es mi problema» y «tengo otras cosas que hacer» fueron respuestas a esta preocupación social.
También, en forma colectiva como individual, he protestado por las constantes agresiones de que las y los periodistas somos víctimas. No he visto entusiasmo ni participación mayoritaria.
Como integrante del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa (SNRP), Delegación XVII-Chilpancingo, se ha observado esta misma actitud de apatía para protestar en contra de estas diversas formas de violencia. Y este fenómeno se registra con más preocupación en otras agrupaciones o clubes de amigos del periodismo.
En La Crónica, Vespertino de Chilpancingo y el semanario El Matutino de Guerrero y en el desfalleciente quincenario ¿Por Qué...? se ha dado fe y constancia de temas que sensiblemente no son la agenda oficial; tampoco son de interés de las plumas consagradas del periodismo televisivo, radiofónico e impreso.
En el programa «Frecuencia Libre», que se transmite por Radio Universidad XE-UAG, Abelardo Maldonado Mayo, Benjamín Ávila Pérez y quien esto escribe, Tino Gatica, hemos puesto en la mesa de análisis y reflexión, que no de discusión, los mismos temas que afectan a la sociedad, en sus diversos segmentos, como es el caso del narcotráfico y de esta sangrienta «guerra» que el Gobierno federal ha disfrazado como un problema que debe erradicarse... aunque sigan incrementándose la cifra de muertos y muertas en todo el territorio mexicano.
Se ataca la forma con toda la fuerza del Estado y se menosprecian las causas que dan origen a todo mal. Los datos conservadores de las «bajas colaterales» según el Gobierno que Felipe Calderón Hinojosa que encubre elegantemente con este lenguaje a «sus» muertos y muertas, es que desde el mes de diciembre año 2006 al mes de septiembre del 2011 suman alrededor de 50 mil. Insisto en que son datos conservadores, pues no se suman otros efectos perniciosos de esta «guerra».
 En el estado de Guerrero, primero me gustaría preguntar ¿quién no tiene a un familiar directo que tenga como oficio y carrera ser policía, sea hombre o mujer?
Al responder, tal cuestionamiento entraña nuestra preocupación de que ahora muchas familias están en riesgo potencial de perderlo o perderla. Y es que en estas «bajas colaterales» los asesinatos de policías están apenas develándose.
¿Y cómo no va a ser así?, si pocos, muy pocos cuestionan el estado «irregular» de esta «guerra» federal, cuyos efectos negativos continúan permeando, afectando sensiblemente la ya de por sí dermis social. Y es que no todos los policías son asesinos, abusivos o prepotentes, como se ha pretendido exponer por parte de quienes infringen las leyes.
En lo personal, conozco a infinidad de policías, originarios o residentes de esta ciudad capital, pues aquí está mi ombligo, siendo este periodista de raíces de la Montaña baja. Con ese interés en cultivar amistades sin ton ni son, es que conocí al policía del Estado, Artemio Munívez, siempre discreto, cauto para abordar temas de su competencia.
También serio, siempre preocupado porque su familia mejorara, a tal grado que sus hijas e hijo siguen superándose en el estudio. Artemio Munívez, arrancado de la tierra, de un poblado como cualquier otro del estado, buscó constantemente que su familia no padeciera hambre, como él sintió ruñir sus entrañas. Por eso es que aguantó siempre esta responsabilidad de ser policía, y me contó diversas anécdotas, igual de azarosas, creo que fue también militar. Pero siempre resistió, con tal de que su familia tuviera un presente y futuro más afortunado.
No como él, un policía estatal que cargaba, a lo mejor sin saberlo, esos prejuicios sociales que mucho nos han afectando. Y en esas extrañas formas de operatividad, de la que no siempre son enterados por sus superiores, sin mucha preparación como sí la están recibiendo quienes se integran a los grupos de «sicarios», él y una veintena más de sus colegas fueron enviados a la muerte.
No les informaron a dónde iban, ni a qué, ese desconocimiento los hizo presa fácil de una emboscada que les arrancó la vida.
Y esos mismos operativos sin logística real se sigue aplicando bajo la pantalla del «Guerrero Seguro».
Total, es solamente un policía, y nadie va a lamentar su muerte. Pero sí a él, a Artemio Munívez lo van a despedir con todos los honores correspondientes. ¿Es lo justo? Quien sabe.
 Así como a él, he conocido a muchos uniformados que respiran, vibran, sienten y hasta lloran por defender esa casaca, esa fornitura. Así lo prepararon, pero les faltó más capacitación, más estrategia y sobre todo, más empatía de sus mandos superiores.
A él todavía hace aproximadamente quince días lo vi en el mercado «Baltasar R. Leyva Mancilla».
Le hablé emocionado del proyecto político de un personaje priísta justo, honesto, trabajador y de inmediato se identificó con él.
Le prometí algún acercamiento, con este personaje que será legislador por el Primer Distrito, que ya se merecía por su lealtad al PRI, para que lo saludara, pues el lema de este político siempre es: «Suma, Tino». Sin embargo, ese encuentro no ocurrirá.
 En estos momentos, el cuerpo de mi amigo Artemio Munívez está siendo despedido con honores en el cuartel que está en el municipio de Iguala; seguro que esta tarde se le vele y despida de un par de hogares en donde vivió, siempre preocupado por su familia, en un humilde hogar de esta ciudad capital.
Pero otros «Artemios» están en su misma situación, siendo llorados y velados por sus viudas, por sus huérfanos y huérfanas y por quienes formaron parte de su entorno. Habría más por añadir en relación a esta clase de asesinatos aberrantes. Pero seguro que a nadie le interesa cuántos policías más sean asesinados en esta «guerra». Total cayeron en cumplimiento de su deber o ya sabían a lo que le tiraban. Es lo mismo.
Sin embargo, ¿cómo les explicas a sus deudos que ya su pilar se derribó y que la vida no será la misma sin él? ¿Cómo...cómo...cómo?
¡Ah! Se me olvidaba: en México, los mexicanos y mexicanas no fuimos preparados para la guerra, sino para promover la paz. Descansa en paz, mi amigo Artemio Munívez; de igual forma para quienes han sido privados de forma estúpida en esta «guerra» de Felipe Calderón Hinojosa.
*Para el MAESTRO de Ortografía, Eladio Castro Aguilar, por sus 38 años de servicio a favor de las y los guerrerenses.

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