martes, 5 de junio de 2012

COLUMNA

Cosmos


Héctor Contreras Organista

Si bien es cierto que el cáncer que aniquila el ejercicio de la Libertad de Expresión es la auto-censura que los propios periodistas y empresas dedicadas a la comunicación se imponen, no es en modo alguno factor determinante para que esas conductas permanezcan para siempre, porque tarde o temprano quien es periodista o comunicador, carrera que se auto elige, aterrizará en la reflexión que da pie a la función de los periodistas miembros del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa en Chilpancingo: «Comunicar para la liberar», con un remate extraordinario que sintetiza como premisa la función del informador o informadora: «La Libertad de Expresión no se mendiga: Se ejerce».
Tan no es de permanencia eterna la auto-censura entre periodistas y medios de comunicación que los hechos están a la vista. El denominado Día de la Libertad de Expresión fue iniciativa del Coronel José García Valseca, editor de El Sol de México y su cadena periodística conocida como «Los Soles» y también del periódico Esto, especializado en información deportiva.
Se dice que García Valseca fue el editor que convocó a una primera comida al entonces presidente de México para celebrar el Día de la Libertad de Expresión un día 7 de junio. Tal vez estuvo rodeado de sus reporteros y columnistas y de otros editores y directores de periódicos de circulación nacional que departieron una comida lisonjera con el mandatario. También se supo que el periodista que jamás asistió a esos fervorines fue el digno y admirado Maestro don José Pagés Llergo, editor de la revista Siempre!.
El acercamiento motivado por García Valseca con los representantes de los tres Poderes y particularmente con el presidente de la república, además de llevar tal vez la intención de conseguir de parte del gobierno privilegios en materia publicitaria para sus medios de comunicación, tenía como trasfondo conseguir respeto al ejercicio de la Libertad de Expresión. Tal propósito jamás se consiguió, porque por encima de ese propósito el periodista mexicano digno y respetable jamás agachó la cerviz y siguió informando con veracidad sobre el acontecer cotidiano de la vida nacional.
De ahí que a la fecha el extraordinario número de periodistas reprimidos, expulsados de y por sus propios medios de comunicación cuando han intentado hacer uso justo de esa libertad de expresión, de periodistas agredidos y finalmente asesinados por esas fuerzas poderosas que ven amenazados sus intereses no sean pocos. En Guerrero, en cuanto a datos de periodistas sacrificados se refiere los anales históricos registran la muerte de Don Eusebio S. Almonte (se dice que la «S» es por su apellidos Santamaría) y de Don Juan R. Escudero, los dos primeros mártires del periodismo en la entidad. Habría que analizar su vida y sus hechos para cada día tenerlos como ejemplo entre quienes se dedican a la noble profesión.
También se ha comentado –y tal vez ya alguien versado en el tema lo haya escrito- que hubo en el puerto de Acapulco un periodista muy combativo y que finalmente fue golpeado salvajemente hasta quedar privado de sus facultades mentales, Don Ignacio de la Hoya, editor del diario «La Verdad». En Ometepec hubo otro gran periodista, Don Vicente Ramírez Sandoval quien sostuvo por muchos años frente a la adversidad salvaje del pistolerismo y la agresividad de los caciques un semanario que mucho sirvió para abordar temas culturales intentando que su periódico fuera, además de informador del acontecer cotidiano de la Costa Chica, un vehículo de cultura.
Y vaya que lo logró divulgando por ejemplo la obra literaria de otro grande del periodismo y la poesía, Don Juan García Jiménez. Ramírez Sandoval hizo además un suplemento cultural, «Cipactli», cuyo contenido en hojas modestas de papel «revolución» y en impresión rústica conservan su contenido como lo que es, un tesoro.
El Profesor José Filemón Estrada y Carreño (Pepe Jile) originario de Arcelia a la que bautizó como «La Morena Novia del Sol» fue un periodista combativo y digno abanderado de la Libertad de Expresión. Siendo maestro rural comenzó escribiendo en el semanario «El Rayo del Sur», en la Costa Grande y cuyo editor también fue asesinado por hacer uso de la Libertad de Expresión. Luego pasó con su columna «Cotorreando el Punto» al periódico «El Correo» de Iguala y posteriormente su columna «Pepe Jile Comenta» fue publicada por muchos años en la página 2 del Diario de Guerrero. Escribió libros y fue el primer periodista guerrerense en romper el mito de que en los periódicos no se podía escribir sobre el ejército, la iglesia y el presidente de México. Él lo hizo y murió por alguna enfermedad.
Cada periodista hace que su tarea oscile entre la dignidad del ejercicio pleno de la libertad de expresión como deber sagrado de servicio informativo para la comunidad o incurre en el servilismo.
Tal vez su actitud dependa de su consciencia (o en todo casi de su inconsciencia cuando es sumisa) o a lo mejor de la delgadez de su cartera. Es posible que la ambición de poder económico y la ansiedad de «prestigio» les obligue a convertirse en lombriz o en ave de rapiña, o como servidumbre parásita del poder, pero nadie duda que queda enmarcado o enmarcada en los cuadros nauseabundos de los débiles mentales del periodismo. Esos los ha habido ayer, los conocí y los vomité, y los hay hoy: conozco algunos casos, patéticos por cierto que se disfrazan de «buena gente» como lobos rapaces con piel de cordero… y de seguro que no escasearán mañana.
Infinidad de veces leí a Don José Pagés Llergo. Opinaba el Maestro que «antes los vinos se hacían con uvas; el chocolate con cacao y los periódicos con periodistas». Hoy se supone que por los colores que se aplican a las impresiones un periódico va a ser mejor que otro. Se olvidan del contenido. Eso es lo más grave. Algunos han incurrido en el «tanto más cuanto» y
nomás hay que ver sus «periódicos» lambiscones en el cínico ejerció del lamesuelas. No hay crítica, el análisis sobre política y economía desapareció de sus páginas. Son cómplices y aplaudidores de las ladronerías de los poderosos y los alaban. En muchos asquerosos ejemplos ese es el periodismo de hoy.
- En consecuencia, alguien tiene que preguntarse y contestarse: ¿Qué se va a celebrar el 7 de junio de 2012? El periodista digno festeja día con día su tarea informando con honestidad a sus lectores.

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