miércoles, 15 de agosto de 2012

COLUMNA





La casada infiel



Apolinar Castrejón Marino


Sus muslos se me escapaban
como peces en el río,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
Estos versos de «La Casada Infiel», repetidos hasta el infinito en juergas y bohemias fueron escritos por el poeta español Federico García Lorca. La gran carga erótica que contienen delata una sensualidad y una libido muy intensos, propias de un fauno; y la más grande ironía es que haya sido fusilado por ser homosexual.
No quiero decir, por hombre,
cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
La versión oficial de la muerte de Federico García Lorca indica que fue fusilado en algún lugar de la carretera Vízmar - Alfacar (Granada) el 19 agosto de 1936 al fragor de la Guerra Civil Española. Las razones de su fusilamiento parecen ser sus ideas liberales, sus declaraciones sobre la injusticia social…. y su homosexualidad.
Y yo que me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
 como ramos de jacintos.
Fue miembro de la mítica «Generación del 27» y es el mayor referente de la literatura española del siglo XX. Su producción poética es enorme, y también escribió numerosas obras de teatro.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revólver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna relumbran con ese brillo.
Nació el 5 de junio de 1898 en el municipio de Fuente Vaqueros, Granada (España), en el seno de una familia de posición económica desahogada, y fue bautizado con el nombre de Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca; su padre fue el hacendado Federico García Rodríguez y su madre, Vicenta Lorca Romero, maestra de escuela.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

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