martes, 30 de octubre de 2012

COLUMNA


La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre

  Es entendible cuando a alguien adora cual si se tratara de un ser divino. Una situación muy terrenal si consideramos que todos buscamos un asidero en estos tiempos de desesperación. 
En el caso de algunos priistas calentanos, ya divididos por la misma inercia de ser y estar, sin coordinador de la fracción parlamentaria en el Congreso del estado, pero sobre todo por los resultados desastrosos obtenidos este pasado 1 de julio, apartan el amor a su dirigente estatal, en realidad delegado con funciones de presidente, que es como darle un tranquilizante al consumir el repollo para que no pidan el verdadero pollo.

Cuauhtémoc Salgado Romero es un político hecho a las viejas costumbres priistas, y que con él ha arrastrado a muchos, así se recuerdan las rebeldías de personas como el fallecido Bolívar Mendoza Duarte, ex presidente municipal de San Miguel Totolapan, quien se negó a seguirle pagando mensualmente el supuesto favor de haberlo hecho alcalde, pero en cambio, supo mantener a gente que lo idolatra.
No podemos soslayar la actitud de gente como Enrique Robles Romero, quien en ese juego de sapiencia oculta, y que sin ser condenable sino considerar válida la acción de defenderse y defender a su pariente, sabe de la debilidad cuauhtemista en esta región donde perdió casi todo, e incluso, se siente la poca o nula presencia en el gobierno de Reynel Rodríguez.
Hay gobiernos con yerros, como humanos que son, pero por la fuerza de la comparación, y sólo por ese hecho, no se puede olvidar el periodo municipal del mismo Robles Romero en Pungarabato, que si bien se le ha calificado de buen hombre, no se le puede colocar en el lugar de los gobiernos regulares, sino malos, y que ahora, y más en el supuesto hecho de haber sido coordinador de la campaña proselitista del actual gobierno, una realidad es que fue invisible.
Un lugar, el de coordinador, que ya ha ocupado con su mismo pariente, el delegado, en su etapa de candidato a la diputación federal, pero que en esta ocasión, de cierto, fue desplazado o invisibilizado, por esas extrañas fuerzas etéreas que en estos tiempos previos del día de muertos, que como dirían en las frases escolares: «hacen acto de presencia».
No es el hecho de estar allí, y callar los actos reprobables que se pudieran cometer una y otra vez, pero el PRI, de cierto, anda mal, y es tan evidente, que la misma pugna de Astudillo Flores-Figueroa Smutny, los dejó lucir como que viven en reallity show carnavalesco. Y lo peor del caso, es que repercute en todo el estado y en cada una de las regiones.
El PRI se les desmorona a los mismos priistas, y si se la pasan buscando culpables, o peor que eso, tratando de esconder la mano tras aventar la piedra, es de cierto, que el priismo en Guerrero, no marchará a la par del priismo nacional, que este primero de julio volverá a los Pinos. 
No se puede callar la situación que permea en un lugar como Pungarabato, primer municipio de desarrollo en la región, que si bien sólo queda el recuerdo de esos tiempos de pujanza, aún está a la cabeza de esta región del que también, sólo queda su sombra, aunado, por supuesto, a una sociedad adormilada, que se regodea y se contenta con los 500 pesos de una Cumplidora que por ahora, también es un fantasma.
Se ha dicho mucho de la política populista que han emprendido en copia a los gobiernos priistas, los perredistas, que no ha dejado buenos resultados, se puede decir que los perredistas también han aprendido de los vicios, y no hablamos de alcohol, no de las costumbres adictivas que van en perjuicio de la sociedad. 
Y del PRD se pueden decir muchas cosas, las peores si se quiere, incluso el hecho de recibir bazofia a sus filas, provenientes de otros partidos, pero si vemos los defectos en los otros, nos resistiremos a despertar de los errores donde andamos. Así de simple, y así de ingrato. 
Pero ser leal a Cuauhtémoc Salgado Romero, casi en los mismo tonos que a Dios, como el ex presidente municipal de Pungarabato, Gustavo Juanchi Quiñones, raya en lo extremoso, cuando también de cierto, este personaje hechura de Chauyfeet Chemor, no ha atinado del todo, pues si bien la mesa se la dejó mal servida Víctor Valencia de los Santos, es real y claro que no ha podido enderezar el barco.

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