lunes, 12 de noviembre de 2012

COLUMNA


La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre

 Antes de que termine el año, el diputado local, de extracción panista, Jorge Camacho Peñaloza, propondrá el cambio integral de la ley 463 de bienestar para los periodistas, y lo anuncia así: como una nueva ley, que suena a la nueva Constitución Política del estado de Guerrero aguirrista.

Ya el pasado 8 de noviembre sostuvo un primer encuentro con periodistas en Chilpancingo, para escuchar algunas propuestas, varias suenan interesantes, aunque otras más, son de hecho, un mero asunto de poder decir algo. Ese mismo día dio a conocer el anteproyecto de Ley.
Y de acuerdo al diputado, servirá para mejorar las condiciones de los comunicadores, en un tema que ya el gobierno del estado ha estado trabajando a partir del Fondo de Apoyo a Periodistas, con el incremento del presupuesto para esos beneficios, en un 500 por ciento, esto es, de 1 millón de pesos, a 5 millones.
Han habido voces aparte, que dicen con alguna justeza, que quienes habrían de responder a los periodistas como trabajadores, no tendría que ser el gobierno del estado, sino los mismos empresarios periodísticos, algo que en el plano de la realidad no sucede, y se deja todo en esa laxitud del a ver qué sale.
En el encuentro realizado en la sala José Francisco Ruiz Massieu, del recinto parlamentario, el legislador calentano dio a conocer del intento, pues la ley número 463, es obsoleta. Sin embargo hay un asunto que se deshace en los mismos sentidos que llevan a la sensatez, ya que Camacho sostuvo que a los comunicadores con esta nueva ley, se busca garantizarles una real libertad de expresión.
Este sólo dicho, como tal, se abre en sus propias aristas con todas sus heridas aún no concebidas, una real libertad de expresión que el legislador entiende como información veraz y objetiva, un asunto que se le ha negado a la ciudadanía. Es decir, hablar libremente se reduce a información real e imparcial, que haya sucedido y sin tendencia.
Pero no es tan simple el asunto, pues el diputado amarra el tema con que «de ninguna manera», se busca darle al periodista un baluarte para «la legalización del chayo» también conocido como embute, aporta culturalmente su concepto, y que asoma lo triste y barato de este intento de ley.
De acuerdo al análisis del diputado, la Ley número 463 Para el Bienestar Integral de los Periodistas en el estado de Guerrero, en los hechos beneficia más a los medios de comunicación que a los periodistas que enfrentan riesgos de manera cotidiana. Hay una propuesta interesante no consignada, que es la de que se refuerce el FAP y se convierte en un ente autónomo e independiente del gobierno del estado.
Que se convierta pues en el centro activo del comunicador, pero que no se ha asomado el tema a cabalidad, pues todo brota del acto paternalista del gobierno, y donde de acuerdo a las costumbres de la vieja escuela, todo debe resolverlo el político, donde incluso en las reuniones de periodistas, quien paga la cuenta es el alcalde o cualquier otro que por desgracia se deje caer por allí.
El periodista, por antonomasia, debería de convertirse en un soldado civil, sin que esto suene a bohemia barata, pues ni los términos «chayo» ni «libertad de expresión», acaban por convencer, ya que se han vuelto en las rameras verbales que giran en derredor de los propios intereses.
Ser soldado civil, quiere decir: compromiso con el pueblo, real, con derechos sí, pero también con obligaciones. Ya lo decía Julio Scherer, que el periodismo es un tema inacabado e inacabable, igual que el quehacer del comunicador, y ese compromiso civil, que no termina por aterrizar. 

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