jueves, 13 de diciembre de 2012

COLUMNA


 El  Nieto que gobierna México

Apolinar Castrejón Marino
 Los mexicanos somos marcadamente egotípicos, pensamos que solo nuestras cosas tienen importancia: nuestros problemas, nuestras opiniones y hasta nuestros traumas. Lo único cierto es que nuestro horizonte es muy limitado.
Por ejemplo ¿Qué sabe usted de Haití? Esto viene al caso por que en ese país no hay indígenas, pues a la llegada de los conquistadores europeos, todos los aborígenes fueron sistemáticamente exterminados.
Para hacer producir los campos, los agricultores a mediana y gran escala, procedieron a traer esclavos desde el África. La situación de los esclavos era en verdad deprimente. El promedio de vida era de 20 años. Lo cual quiere decir que si un esclavo llegaba a trabajar a los 12 años, solo viviría 8 años de trabajo intenso e ininterrumpido, muy mal alimentado y sin atender sus enfermedades.

Con una población de 300 mil esclavos y apenas 12 mil personas libres. El 1° de enero de 1804 lo haitianos iniciaron su movimiento armado abolicionista para su independencia de Francia. Destruyeron e incendiaron las instalaciones las edificaciones, toda la planta productiva, pues ellos no eran dueños de nada.  Ninguno tenía temor a la muerte, pues sabían que de todos modos morirían en condiciones infrahumanas.
En 1803, Jean Jacques Dessalines venció definitivamente a las tropas francesas en la batalla de Vertierres, y en 1804 declaró la independencia de Francia. Haití sufrió un largo período de aislamiento internacional promovido por las potencias europeas, que no admitían que una nación sea gobernada por ex-esclavos porque implicaba una amenaza para sus propios sistemas esclavistas.
Comparando esta breve historia de la pequeña isla de 28 kilómetros vecina de Cuba, con la situación mexicana, podemos decir que la actitud piadosa de conservar a los indígenas, fue una un proceder político y económico de resultados desastrosos.
Por cuanto hace a la independencia mexicana, es claro que fue hecha por el clero, para mantener sus privilegios. En el transcurso del largo movimiento armado, los militares ganaron el mando de las hostilidades y cuando triunfaron, impusieron sus intereses y sus ideales.
Se supone que la lucha fue para liberarse de un monarca que consideraba a los habitantes de estas tierras, esclavos y sub humanos. Pero el triunfador Agustín de Iturbide convirtió a este país, en algo peor, un imperio.
Vinieron otras luchas y luego se instaló la primera república «federal», que en los hechos resultó ser un reino en el centro, dominando sobre varios «estados» que más bien eran provincias, como en España. Los gobernantes, comisarios y caciques eran como la corte francesa, indios ladinos con poder autorizado por su rey «caudillo revolucionario».
Para este siglo XXI, con un «nuevo gobierno» del partido político más nefasto que registre la historia, las cosas no pintan mejor para los mexicanos. Los que no sean dueños de bancos, que no sean poseedores de latifundios, ni de grandes fábricas, serán explotados, humillados y engañados otros 6 años.
Pero cuando estén a punto de morir de viejos, de enfermedades y de hambre, el gobierno les tirará los «programas sociales», como el campesino le tira un pedazo de tortilla a su perro. «Para que no se mueran de hambre, y los podamos seguir exprimiendo» dicen los «líderes naturales», los gobernantes y los diputetes, en lo íntimo de sus orgías y francachelas, entre risas y burlas.

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