miércoles, 17 de julio de 2013

COLUMNA

¡Mataron a Pancho Villa!


Apolinar Castrejón Marino
Le llamaban El Centauro del Norte por que según sus enemigos se parecía al personaje mitológico que era mitad hombre, mitad caballo. Audaz y valiente, participó en muchas batallas y derrotó al ejército. Inclusive se introdujo en los Estados Unidos para vengarse de un comerciante de armas que lo había engañado con una compra-venta.
También dicen que tuvo muchas mujeres, aunque el solo reconocía a 6 como “esposas”, pero vivía con Manuela Casas en Hidalgo del Parral, Chihuahua. Luchó con las armas durante 10 años, contra el gobierno. Era muy directo y de decisiones rápidas y su código de honor era inquebrantable para defender las causas de la gente del campo.
Por tal razón, sus enemigos eran los ricos, los explotadores y los abusadores. En 1920, después de 2 derrotas consecutivas propinadas por Álvaro Obregón, firmó un pacto para retirarse de la revolución. El Presidente de la República Adolfo de la Huerta le concedió una Hacienda para que se mantuviera de la agricultura y la cría de caballos.
También le concedió una partida económica para pagar a 50 de sus soldados particulares a condición de que ya no participara en la guerra ni en la política. Así vivió 3 años, mientras sus enemigos se confabulaban para asesinarlo. Empresarios, banqueros, militares y políticos unieron su poder para liquidarlo.
El 20 de julio de 1923, 8 asesinos a sueldo mataron a Pancho Villa, junto a 5 de sus guardaespaldas. Armados con rifles 30-30 y 30-40 y con pistolas calibre .44 y .45 lo estaban esperando desde las 6 de la mañana en el recorrido que siempre hacía por la calle Juárez, cando salía de la casa de su mujer Manuela Casas, en Parral.
Los pistoleros hicieron más de 200 disparos, que impactaron en el coche que manejaba Villa recibió. Él recibió 6 disparos mortales que le destrozaron el corazón, los pulmones y el hígado. Un disparo de bala expansiva le destrozó la mano izquierda, que llevaba fuera de la ventanilla. Recibió también otros 7 balazos en sedal y rozones.
Era un asesinato largamente planeado, con la complicidad del gobierno y del ejército. Así lo indicaba el hecho de que ese día la guarnición militar de 40 soldados que resguardaba la región al mando del general Joaquín Amaro se trasladaron muy temprano a Maturana a realizar unos ejercicios de armas.
El Presidente era su odiado rival Álvaro Obregón, y el jefe de armas a nivel nacional era el Secretario de Gobernación Plutarco Elías Calles, y los 3 generales involucrados nada hubieran podido hacer sin su consentimiento.
El cadáver de Villa tenía también un disparo en la sien izquierda (tiro de gracia) que le propinó el jefe del comando de asesinos, Jesús Salas Barraza. Un año después, ante la presión de los periodistas del Periódico “El Universal” el político Salas Barraza confesó haber sido quien asesinó al caudillo.
Después de haber confesado, Salas Barraza fue repudiado públicamente, y se ocultaba de la gente. Anduvo fugitivo 2 años, y sospechando que alguien pudiera querer vengar al revolucionario, trató de huir a los Estados Unidos. Fue atrapado por el general Paulino Navarro y remitido a las autoridades de Chihuahua, quienes lo condenaron a 20 años.
Sin embargo, a los 6 meses solamente, el gobierno de Adolfo de la Huerta lo indultó y le otorgó una pensión de 200 pesos mensuales por sus servicios prestados a la revolución. También le permitieron regresar a ocupar su cargo de diputado, y murió 10 años después en la tranquilidad de su hogar.
Villa fue sepultado en un racho de Parral, y fue hasta el año de 1976 que el gobierno de Luis Echeverría decidió honrar su memoria. Ordenó el traslado de sus restos óseos de Parral hacia la Ciudad de México para ser depositados en el monumento a la Revolución.
Al exhumar los restos, los enviados se sorprendieron de que el cadáver no tuviera cabeza. Aun así fueron trasladados a México. Se cuenta que la cabeza de Villa está en poder de un médico norteamericano, millonario. Pero esa es una historia que le contaremos en otra ocasión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.