miércoles, 22 de abril de 2015

POEMA

Orgasmo de Amor


  Mujer, tú me has despertado del sueño literal;
Leyéndome en tu intimidad me haces terrenal,
Eres mujer que se ha convertido en mi Diosa;
Yo solo quiero ser el esclavo de tu bella rosa.

 Deja que entren al juego mis vasallos sentidos;
Para que te liberen todos tus deseos reprimidos,
Y permíteme ser el encantador de tus suspiros,
Que quiero complacer al último de tus respiros.
  Deja que mi exhalar eyacule en tus bellos oídos,
Deja que mi exhalar encienda todos tus sentidos;
Deja que mi exhalar yerga los poros de tu cuello;
Oh mi Diosa, estremecerte la piel es lo más bello.
  Musa mía, del olfato y el tacto es el acto seguido;
Con mi olfato, de tu boca secuestro algún quejido,
Traes en tu piel el aroma del palacio de Neptuno,
Amor por favor libérate ya de tu aletargado ayuno.
   Deja que mis dedos jugueteros jueguen en tu piel;
Hasta hundirse en la rosa de la que emana tu miel,
Deja que recorran todo tu dorso hasta el occipucio;
Amor, deja que los dedos jugueteen al juego sucio.
  Amor abrázame ¡Abrázame que quiero sentirte!
Como fiel siervo de tus instintos quiero servirte,
Corazón, llevas en tu piel finas perlas del amor;
Exquisito aroma a talco que enciende mi clamor.
  Veo a los dedos jugueteros conducirte al climaterio;
Humedeciendo el punto génesis de tus pensamientos,
Haciéndome sentir un huésped más del cementerio;
Donde reposan los muertos pasionales sentimientos.
  Me causa excitación sentir el palpitar de tu corazón;
Al hundir mi paladar en tu audición pierdo la razón,
Provocas preorgasmos al estremecimiento de tu piel;
Al besarte el cuello y absorberte el néctar de tu miel.
   Me causa un éxtasis el besar su crepúsculo y tu rosa;
Empeñándome en provocarte desgarradores alaridos,
Y con delicadeza secuestrar cada uno de tus suspiros;
Provocando en tu rostro esos bellos gestos y gemidos.
   Déjame ¡Déjame saborear cada centímetro de tu piel!
¡Déjame embriagarme con el dulce néctar de tu ser!
Déjame ¡Déjame recorrer tus montañas, valles y montes!
Déjame bañarme con las cálidas aguas de tus cenotes.
   ¡Oh mi amor! Con tus labios has tomado preso a mi ser;
Producto de dilataciones y vibraciones que te provoqué,
Soy tu humilde siervo que solo busca hacerte sentir mujer;
En cada bocado que me das –“un te amo”– logro entender. 
   Amor mío, interpretemos la melodía de los enamorados;
Todo al mismo tiempo, todo en un mismo movimiento,
En éste baile sexual terminemos eternamente enredados;
Éste tu fiel sirviente vive hechizado a tu encantamiento.
   Oh mi Diosa, estoy aquí para ser tu más fiel misionero;
Hagamos oro del sexo, tú mi alquimista, yo tu minero,
Amor, cabalga sobre mí por los valles de Venus y Eros;
Mostrémosles que en el arte del amor, somos pioneros.
   No mi amor, ¡Nunca jamás dejaré de cabalgar contigo!
Y provocarte mil orgasmos de la luna al sol por testigo,
Déjame juguetear en tus cenotes, acariciarte tu pistilo;
Eyacular en tu crepúsculo y respirar dentro de tu oído.
   Déjame deleitarme con el dulce de los labios de tu rosa;
Déjame enredarme en tus pétalos mi amante candorosa,
Amor mío, tú eres un exquisito manjar para los dioses;
Oh, me encanta estremecerte con cada uno de mis roses.
   Movamos nuestras caderas entre compasada rítmica;
Pasemos de la suavidad a la eufórica sin miramientos,
Dilatemos a los pistilos a sus máximos rendimientos;
Hasta que se nos extinga la voz y nos quede la mímica.
   Oh… amor, siento la humedad con que tu rosa me recibe;
Tan cálida, radiante; mas quedo embrujado a su perfume,
Mi ser entre los pétalos delicados de sus labios se percibe;
Mi vientre ya siente la forma placida en que lo comprime.
   Oh mujer, mis sentimientos por ti son finamente reales;
En tus ojos revelas las convulsiones de tus manantiales,
Es el agua que te corre todo tu cuerpo hasta los canales;
Y hacer brotar de tu rosa mil cosquilleos interminables.
   Quiero morir mil veces contigo en un orgasmo de amor;
Que cuando dos corazones se derraman al mismo tiempo,
Ambos dan fe de que verdaderamente se están queriendo;
De que ambos se aman y que nunca los separará el tiempo.
   Déjate asesinar en un solo orgasmo para llevarte al paraíso;
Incauto aquél que a su diosa un orgasmo no pueda provocar,
El título de hombre y de fiel siervo se le debería de revocar;
Pues fui creado para llevarte a ti mi diosa al paraíso terrenal.
   Si tú deseas que éste amante vuelva a erizarte la piel,
Bese tu cuello y eyacule en tu exquisito ser de mujer,
En este escrito se encuentra atrapado tu amante fiel;
Tan solo invócame con tu susurro al volverme a leer.
Autor: Emilio Nahín Rojas Madero   /   19 de Julio 2014

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