lunes, 22 de junio de 2015

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista



BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR
La diócesis Chilpancingo Chilapa, que antes era Chilapa Chilpancingo, está estrenando obispo. Rafael Rangel Mendoza es su nombre y… “Bendito el que viene en nombre del Señor”.
La noticia es que ya se fue de la titularidad del obispado don Alejo Zavala Castro, quien, al decir del noticiero (“1-N”) “renunció” a la responsabilidad justamente cuando le faltan cuatro meses para que se jubile como sacerdote católico. En octubre cumplirá sus primeros 75 inviernos. El que llega tiene 69.

Francisco, el Papa, fue quien “le aceptó la renuncia”. Eso se dijo en el noticiero de la mañana, más por acá, la forma de ver y de entender la expulsión del señor obispo, es otra muy diferente. Se dicen muchas cosas.
Por ejemplo, que don Alejo se alejó del rebaño humano, sobre todo el del barrio de san Antonio, de Chilpancingo. 
Les quiso quitar a su curita, el muy respetable sacerdote don Daniel Castellanos Barba, un clérigo nacido en Jalisco donde “el que pierde arrebata” (no de arrebatar algo sino de arrebato, es decir: coraje, enojo, ira. La gente entra en arrebato cuando encoleriza).
El obispo les quiso quitar, de golpe y porrazo al también senil curita Daniel y los feligreses no sólo dijeron no a las pretensiones del obispo, sino que hicieron paro a la entrada del templo, dispuestos a rajarse la cara con quien fuera, pero al padrecito nomás no se los quitarían.
Don Daniel, hombre muy estudiado y prudente, mesurado, inteligente y virtuoso conocedor de las muy oscuras profundidades del tejemaneje clerical, luego que recibió la notificación de don Alejo en el sentido que tenía que irse de la iglesia del barrio y sin decir ¡Agua va!, fue a dialogar con el señor obispo: 
“Señor obispo, ¿por qué me hace usted esto? Usted y yo somos amigos desde hace mucho tiempo. No es justo. Me hubiese llamado para platicar. Yo he trabajado con los feligreses. Reconstruimos las torres que dañó el temblor, hemos hecho catequesis, contamos con muchos siervos que visitan enfermos, la parroquia se ha transformado y usted, ¿por qué me quita, señor?”.
Trascendió que el señor obispo don Alejo no supo qué contestar, pero a la de a fuerzas quería que don Daniel se largara del barrio y dejara la chamba a un nuevo clérigo. Duró buen tiempo, meses el estira y afloja y hubo hasta amenazas contra el señor cura.
Los vecinos dicen y lo denunciaron y se publicó en periódicos que llegó un señor en estado de ebriedad a insultar a gritos al señor cura y dijo el alebrestado que lo había mandado el obispo “a partirle la madre”. Y los vecinos del barrio siempre protegiendo al señor cura.
Tal vez el gran arguende que se armó y que mucho desprestigia a un obispo, llegó hasta la mesa papal desde donde Francisco, le dio las gracias a don Alejo Zavala Castro quien antes de ser obispo de Chilpancingo Chilapa ya lo había sido en el obispado de Tlapa.
De por sí, la diócesis fundada hace 152 años en Chilapa y que dio origen a un muy prestigiado Seminario de donde egresaron ilustres y muy trabajadores sacerdotes, entre ellos don Agustín M. Díaz, nacido en Alcozauca y pariente del obispo Leopoldo Díaz Escudero, ha sido motivo de escándalos que, como se ve, no se aplacan y que han trascendido al plano nacional.
O sea, el estado de Guerrero no sólo es bronco en los terrenos políticos y de luchas sociales como las de Genaro y Lucio. Las broncas también se ubican en una pléyade de cerreros curitas, medios carajos y que han acometido serias fechorías contra la misma iglesia.
Un caso típico es el que se ventiló hace años en el periódico “El Universal”, cuando vecinos católicos de Tixtla dieron a conocer el robo que se había hecho de las valiosas reliquias que el General Vicente Guerrero obsequió a la virgen de la Natividad, como son collares, pulseras y aretes para la virgen y joyas al niño Dios, objetos de diamantes y esmeraldas y dos coronas de oro con peso de cinco kilos “que desparecieron”.
En aquellos entonces, cuando doña Cristina O. de Peyron era la dueña de la estación de radio XEPI, explicó que una  noche llegó a su casa un sacerdote que estaba a cargo del Santuario de La virgen de La Natividad y le dijo que lo llamaban de Roma y que tenía que salir inmediatamente del país por lo que a ella (no a las autoridades civiles o militares, no al obispado), a doña Cristina le dejaba las joyas de la virgen.
La señora Peyrón recibió el tesoro y días después se reunió con vecinos y con el sacerdote de la iglesia de san Martín, y mediante un listado, les entregó el valioso cargamento. El cura fue el depositario y tanto la señora Peyrón como el cura y los vecinos se quedaron con copias de las listas de las joyas. Al paso de los años, el cura de san Martín se tenía que ir y llamó a los vecinos quienes dijeron a El Universal: “¡Nos entregó pura bisutería!”
Gran escándalo en el que el obispo de ese entonces se salió por la tangente y no quiso reconoce públicamente nada del hurto.
El otro fenomenal escándalo es cuando la sede de la diócesis se trasladó de Chilapa a Chilpancingo. Los católicos de Chilapa, con justa razón protestaron, hicieron caravanas y paros, pero con lo único que se quedaron fue con su catedral, la más grande de América Latina, según un reportaje de El Heraldo de México y con su coraje.
Otro escándalo “de alarido” fue cuando ya estando la sede del obispado en Chilpancingo, el “honorable” Cabildo de Chilpancingo despojó al jardín de Niños “Juan Álvarez” de su edificio, que es donde ahora se asienta el obispado y el kínder fue ubicado en un edificio hecho a la carrera sobre la calle de Ayuntamiento que hoy se llama Baltazar R. Leyva Mancilla. Se ignora si hay testimonio oficial de seguridad para el edificio del kínder.
Más escándalos entre sacerdotes es aquel cuando el obispo Salazar echó de la iglesia de san Mateo al muy apreciado sacerdote Oswaldo Gómez Sandoval. Y hay más, mucho más que platicar.  

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