miércoles, 2 de marzo de 2016

COLUMNA

Cosmos
Héctor Contreras Organista

Tomás Cisneros Ávila
-Enfermero-
Don  Tomás Cisneros Ávila es uno de los admirables hombres recios y rectos, muy trabajador, honrado y ejemplo a seguir que hace muchos años llegó a Chilpancingo no solamente para buscar y encontrar trabajo y salir adelante, sino para crear y dejar huella profunda en la vida, y con ello distinguirse en la contribución del desarrollo y modernización de una ciudad como la capital del estado de Guerrero que, aunque al paso del tiempo muestre algunos avances urbanísticos, carece de actividades fundamentales.

En ello, sin duda, don Tomás es uno de los personajes locales distinguidos que exaltan con su arduo batallar el paisaje humano de nuestro querido pueblo suriano.
Ese es el término que desde siempre ha usado la ciudadanía para referirse a don Tomás: Humano. Humano y desprendido, silente y casi anónimo en una actividad socialmente preponderante como es la enfermería, actividad profesional que desempeñó a lo largo de su fructífera existencia al lado de otro gran hombre –no guerrerense- como lo fue el eminente médico don Eusebio Mendoza Ávila con quien don Tomás Cisneros Ávila arribó a Chilpancingo y comenzó sus actividades al lado de ese señorón quien en dos ocasiones fuera director del Instituto Politécnico Nacional.
Tiempos de siembra, época de nuevos y renovados amaneceres que del Oriente del estado de Guerrero vinieron a contribuir con su quehacer con Chilpancingo y al paso de los años a darle un viraje social a una comunidad casi adormilada, empantanada en el burocratismo y la desidia. 
Es el entonces joven Tomás Cisneros Ávila quien no se quedó de brazos cruzados pensando en su futuro sino haciéndolo cotidianamente, palmo a palmo con las manos y con el empeño simil de quien siembra la tierra y él sembrando un porvenir promisorio.
Parecería cosa de nada, pero las grandes cosas así inician, con actividades aparentemente pequeñas como las que don Tomás hizo en la aplicación de inyecciones y atención a los enfermos en sus largas noches como enfermero auxiliar de la Cruz Roja –delegación Chilpancingo- donde también fue el primer conductor de una ambulancia que así improvisó, propiedad del doctor Mendoza.  
Y no es ocioso decir que brindó un eficiente servicio de auxilio desde entonces no sólo en traslado de heridos, sino también de personas que se accidentaban y morían en la carretera y él los llevaba a otras ciudades del país y es ahí precisamente donde conoció a detalle y le surgió la idea de establecer una funeraria que por casi medio siglo operó rentando locales hasta tener lo propio y que en las semanas venideras comenzará a funcionar con crematorio, servicio que jamás ha habido en Chilpancingo (sólo Iguala y Acapulco, ciudades más próximas) pero que gracias a esa iniciativa y empeño, Jaime, su hijo (amable y atento como su señor padre), ha comenzado.  (Mayor información de don Tomás Cisneros Ávila en el libro “Chilpanchingones”, próximo a publicarse).

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