lunes, 13 de junio de 2016

COLUMNA

Los halcones asesinos

Apolinar Castrejón Marino

El 26 de julio de 2005 se le dio “carpetazo” definitivo al juicio relativo a la matanza de estudiantes el 10 de junio de 1971, mejor conocido como Jueves de Corpus o “El Halconazo”.
Antonia Herlinda Velasco Villavicencio, magistrada del quinto tribunal unitario con sede en la ciudad de México, negó las órdenes de aprehensión solicitadas por familiares de las víctimas, en contra del ex presidente Luis Echeverría y el ex secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, por el delito de genocidio, argumentando que desde 1985, habían prescrito los delitos que se les imputaban.
Esta es la conocida estrategia de dejar pasar el tiempo, y de traspasar las responsabilidades al sucesor en los cargos del gobierno, sin considerar que hay testimonios orales y documentales, que en cualquier otro país serían origen preciso de investigaciones científicas. 

El 10 de junio de 1971, centenares de estudiantes movilizados en demanda de la liberación de presos políticos, y la derogación de la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, fueron atacados a tiros por paramilitares en la calzada México-Tacuba. Era el periodo presidencial de Luis Echeverría Álvarez, y Alfonso Martínez Domínguez como regente del Distrito Federal.
Estaba aún fresco el antecedente de la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, cuando el mismo Echeverría, era secretario de gobernación. El coronel Manuel Díaz Escobar, era subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal, y se sabía había seleccionado a los 40 mejores efectivos, para que fueran capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón. Todos habían sido reclutados por ser ex militares, específicamente de la Brigada de Fusileros Paracaidistas.
Según consta en documentos que existen en el Archivo General de la Nación bajo el registro 2438, los “porros” (espías y soplones) Francisco Pruneda Romero, Héctor Enrique Olivera Nolasco, Mauro Pérez Martínez, fueron detenidos en la Vocacional 1 (Inguarán), pero todo era una farsa y ordenaba “…ponerlos en libertad, después de darles un obsequio”.
Otro documento contiene lo siguiente: “Nota: la siguiente remesa, recomienda el señor regente aplicar todo el rigor del tratamiento, se trata de cabecillas. P.D.T. Para escarmiento háganlo frente a los demás detenidos”.
Otro documento consigna el Director de la Procuraduría General de la República (PGR) Julio Sánchez Vargas, desde el 23 de junio de 1971 recibió un reporte de la Dirección Federal de Seguridad, haciendo de su conocimiento que Díaz Escobar, apodado “El Maestro”, era jefe de un grupo de élite llamado “Los Halcones”, pero no hizo nada. Ahora veremos por qué.
La marcha de los estudiantes, inició en el Casco de Santo Tomás hacia la Calzada México-Tacuba para finalmente dirigirse al Zócalo. Pero la Avenida de los Maestros estaba bloqueada por granaderos, y entonces, los granaderos de verdad utilizaban sus macanas y picanas, y en la avenida Melchor Ocampo había tanques anti motines.
Pero los que entraron en acción fueron unos jóvenes atléticos, rasurados como militares, armados con varas de bambú, kendos y cachiporras. Cargaron contra los estudiantes, pero fueron rechazados debido al gran número de e estudiantes. Volvieron a los transportes del ejército y regresaron con fusiles de grueso calibre.
Cerca de 50 estudiantes cayeron murtos en el acto, y apresuradamente, los estudiantes recogieron a los heridos para llevarlos al hospital Rubén Leñero. Hasta ese lugar los siguieron los agresores, para rematarlos. El saldo fue de 120 muertos, entre ellos un muchacho de catorce años: Jorge Callejas Contreras. Esa si fue una matanza.
Hubo protestas en todo el país y en el extranjero, exigiendo el esclarecimiento de los hechos y castigo a los culpables. El 18 de junio de 1971, personal de la PGR acudió a la Subdirección de Servicios Generales “A” del Departamento del Distrito Federal (DDF), para tomar declaración ministerial al coronel Manuel Díaz Escobar, titular de esa área. Desde el inicio negó terminantemente “…la existencia de algún grupo con propósitos o finalidades como las que motivan esta diligencia”.
Y aún agregó que “…como cualquier ciudadano, por medio de la prensa supe de la existencia de personas a quienes la imaginación popular los ha denominado halcones, pero en caso de existir, no tienen nada que ver con la oficina a mi cargo”.
El 23 de junio de 1971, la Dirección Federal de Seguridad detuvo a un ex halcón y logró obtener alguna información. Los nombres de los principales halcones eran: Víctor Manuel Flores Reyes, Rafael Delgado Reyes, Sergio San Martín Arrieta, Mario Efraín Ponce Sibaja y Candelario Madera Paz. El grupo fue creado en 1966, por mandato de Corona del Rosal y siguió actuando durante la gestión de Alfonso Martínez Domínguez.
Al ser dados de baja el 11 de junio, su jefe les ordenó desmantelar todos los campos de entrenamiento y desaparecer del Distrito Federal. Pero al no tener ingresos se convirtieron en delincuentes. Cuando la policía los atrapaba, los soltaba discretamente, cuando les enseñaban una credencial especial que les había dado el coronel Manuel Díaz Escobar, pero nada de esto fue investigado.

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