lunes, 31 de julio de 2017

ARTÍCULO

Política en crisis
o crisis política
Esteban Valdeolívar S.
La esencia original de la política es la búsqueda constante del entendimiento, del diálogo y la convivencia; sin ella, surge la confrontación y el afán de aniquilamiento (políticamente hablando) entre adversarios políticos. Definitivamente, no puede haber sociedad sin política; no sería perdurable pues solamente prevalecerían los beneficiarios de la ley del más fuerte. Sin política solamente habría una fuerza que quisiera prevalecer y otra, únicamente ocupada  en resistir.
La política es la actividad humana encaminada lograr que la convivencia en la comunidad sea armónica y progresista, basada en reglas a las que todos debemos observar y respetar. Solamente la política puede lograr que el máximo poder en una sociedad lo detente la ley y no el capricho o la ambición de un grupo o determinado personaje, sea hombre o mujer. Expongo a usted esta reflexión,
estimada lector que hace el favor de leerme, porqué tengo la impresión, claro que puedo estar equivocado, de que en nuestro país, somos testigos de que la política atraviesa por una crisis. No me refiero a que tengamos una crisis política, sino que la actividad de la política está en crisis.
Lo digo porque me parece que hay una confusión conceptual, consiente o inconsciente, acerca del verdadero significado y trascendencia de la política y, en consecuencia, también respecto del sentido genuino de su ejercicio y finalidad.
Los políticos profesionales que se dedican al arte de la política de “tiempo completo”, deben tener conciencia que, hacer política es procurar en todo momento que la vida en nuestra sociedad sea pacífica, ordenada, justa, respetuosa de las libertades y valores del ser humano y humanista. Sin embargo, existe una lamentable inclinación en la práctica cotidiana de la política de entenderla como la vía para alimentar intereses personales y satisfacer las ambiciones que se encuentran en la parte más instintiva e insensible de nuestra naturaleza humana. De esta manera, resulta que aquella actividad bien intencionada que debería considerarse como superior, como la más noble y la que exige mayor responsabilidad, se convierte en una lamentable distorsión que afecta negativamente a la sociedad, ejercida por falsos políticos que contaminan el ánimo solidario y desalientan la participación que es indispensable para vivir en apego a la legalidad, con base en el respeto a los demás.
Considero que la distorsión conceptual que hoy sufre la política en México, permea en nuestra sociedad, a tal grado que ésta se llega a confundir lo que deber ser, con lo que de hecho es. Llega la ciudadanía a creer que así como observa y la vive cotidianamente, así es la política, sin reparar en la distorsión que ella padece, ejemplo de ello, es la pésima calificación o descrédito que tienen los representantes populares en múltiples encuestas realizadas por empresas especializadas en “marketing político”. Esta apreciación en la ciudadanía produce un caldo de cultivo propio para que la mencionada distorsión se “afiance” y de esta manera sea posible que gane terreno el abuso, la impunidad, la mentira, la manipulación, la corrupción y el autoritarismo, así como el desorden, la confrontación y la ilegalidad como forma de vida.
Con estas actitudes se va minando el principio de autoridad y se degrada la esencia democrática del país que otorgan las mayorías electorales al ciudadano y a la observancia de la ley. Debemos entender que la política no es una lucha encarnizada por alcanzar a toda costa y muchas veces, sin sustento ni argumento legal, posiciones de poder y este utilizarlo para el privilegio, la prebenda, el capricho o la obtención de beneficios personales o de grupo. El poder no es para someter a los demás. La política es para que sea posible el progreso de nuestra sociedad en su conjunto. Todos debemos reflexionar, revalorar y evaluar la actividad política y a quienes a esto se dedican.  No es conveniente que se desdeñe y mucho menos que se siga distorsionando y descalificando. Sin política es imposible la libertad. Sin política bien realizada no hay progreso. Sin política no existe la civilidad y tolerancia. Sin política es imposible la justicia y libertad. Tenemos que revalorarla con nuestros hechos. A nadie conviene su desprestigio.
Como siempre, usted tiene la mejor opinión.

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