lunes, 21 de agosto de 2017

ARTÍCULO

Retrato Hablado
Juan López
Siempre fue vicario de Rubén Figueroa Alcocer, aquel sujeto a quien se le identifica con la masacre de Aguas Blancas. Su carrera es un dédalo intrincado sin principio ni fin. El discurrir de la historia modificó y dispuso que aquel mentecatito paso a pasito se transformara, con la parsimonia necesaria de un modestísimo campesino, en el ahora presidente de la Comisión de Justicia del Congreso local.
Cuando arribó de su pueblo a Chilpancingo no podía ocultar sus orígenes: demacrado,
escuálido, producto de las rachas severas. De mirada anhelante, como en el huevo de la serpiente se adivinaba ya la membrana transparente que anidaba su larva. Aquella criatura al desarrollarse en el inframundo de la corrupción llegó a convertirse en uno de los hombres más ricos de la Zona Centro de Guerrero.
Podemos hoy asegurar sin temor a equivocarnos que este es el primer caso único-indivisible en que Dios a los alacranes les da alas.
Acusado y castigado por Sedatu, lo pronosticamos: se va a reír a carcajadas de sus perseguidores. Igual que no se puede atrapar a un pez por la cola, acorralar a un vicario no es ni circunstancia fácil ni remota posibilidad, como los coyotes conoce las rutas nocturnas, igual que los búfalos sabe de los llanos en la estampida. Se precisan pinzas y torniquetes para maniatarlo y ni aún así.
Ha chapoteado en los pantanos más hediondos. Sabe los motivos que causan las debilidades de funcionarios chapuceros. No es ajeno a ninguna bellaquería. Curtido en la intemperie de la fermentación no le enseñarán ninguna treta, trampa o infracción. El rinoceronte cuando pisa un vidrio lo quiebra. Así de sencillo. Nunca ha estado a prueba su pedregosa sensibilidad.
La experiencia es un tesoro incólume que no se comparte ni se pierde. En un momento bestial fue “El Hombre del Maletín”. Rufián que repartió a diestra y siniestra en todos los escondrijos, puñados de billetes buscando -sin  lograrlo-, el mutismo para el genocidio de  Aguas Blancas. Como un comodín pasaba de una fechoría a otra sin dejar huella de sus andanzas. En regímenes pestilentes fue el criado indispensable. El oficio de administrar el excremento es una faena que no cualquiera desempeña.
Como diputado local se ha opuesto al dictamen de que se termine el fuero con que se encubren los legisladores… ¿Será por esto?
La Secretaría de la Función Pública dispuso que por diez años no ejerza cargos públicos. Tal instancia no procede en él ya que en su actividad actual de delincuente está guarecido por el manto de la impunidad.
Sin embargo amenazó: “Voy a ampararme”. Quizá para confirmar lo que un mequetrefe con inopia moral dijo: Las leyes son leyendas.
PD: “Te estoy hablando a ti…”: Paquita la del Barrio.

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