lunes, 6 de agosto de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
¿AL GOBERNADOR, LE JUEGAN CUBANO?
La gente observa y comenta que fulano de tal, o doña zutanita, en cuanto agarraron hueso en el gobierno, al poco tiempo de estarse despachando con la cuchara grande, cambian de casa. Dejan de vivir en su pocilga y se les ve saliendo en carros nuevos y de lujo de su nueva residencia ubicada en zonas exclusivas y muy elegantes.
Su alimento ya no son frijoles con gorgojos que hurtaban de las despensas que se obsequian en las campañas políticas, ahora ya comen de lo mejor: Frijoles, pero sin gorgojos, y tortillas echa
das en comal y calientitas en los mejores restaurantes o se van a radicar a Cuernavaca, Puebla o Morelia, y en sus oficinas de lujo solamente se presentan dos o tres días a la semana.
Cuando la gente pregunta por ellos, las cómplices secretarias siempre informan: “Está en una reunión con el señor gobernador”, cosa que jamás es cierta, y cuando el señor gobernador pregunta por ellos informan al jefe del poder Ejecutiva que “salió en comisión a recorrer varios municipios y regresará hasta el viernes”, es decir: Le ven la oreja al señor gobernador.
Hacen negocios a espaladas de su patrón, venden lo que pueden aunque no manejen insumos, su cartera personal se incrementa día a día hasta que cometen alguna torpeza y públicamente se pone de manifiesto que están haciendo mal uso de los recursos del pueblo…y el gobernador, ni sabía que le estaban jugando cubano, que le estaban robando en la mismísima estructura de su gobierno, sus “colaboradores”, sus “amigos”, su “gente de confianza”, los que “le cuidan las espaldas”.
Mientras son peras o son manzanas, al descubrirse un trastupije, el señor gobernador ya quedó en ridi ante sus electores, ante el pueblo, ante sus adversarios políticos, ante quienes fueron antes de él detentadores del poder y lo critican, y él lo sabe, que con esas acciones sus bonos políticos bajan, porque donde primero se corren los chismes es en la ciudad de México, entre “la comunidad” de su estado que está ojo avizor de lo que sucede en su tierra y sobre todo del que está gobernando, cómo lo hace, por qué lo hace, para qué lo hace y con quién lo hace.
Por eso, casi nadie quiere ser gobernador en ninguna parte. Esto que les platico sucedió, como decía el Charro Avitia, “lejos de aquí en una tierra sin nombre”, pero cualquier parecido a alguna triste realidad, siempre será ¡Pura Coincidencia!

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