miércoles, 24 de octubre de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
"¡¡¡LOS MARCIANOS LLEGARON YA!!!”
Esta canción se puso de moda cuando en los radios receptores de los años de 50’s del siglo pasado, Cuba invadió Latinoamérica con su Chachachá.
Los mismos cantantes cubanos de aquel entonces como Beny Moré, Celia Cruz, Celio González, Alberto Beltrán entre otros, pretendieron que el danzón pasara de moda imponiendo sus novedosos ritmos como “A esconderse que hay viene la basura”, “El Yerberito”, y muchas canciones más que se sumaron de otros países:
“Mi Gallo Tuerto”; “El Barranquillero”; “El Salto”; “Cabeza de hacha” y también se agregaron novedades espectaculares a la época como “El Último Rodeo”, una de las clásicas de la mús
ica “Contry”, estadounidense.
Pese a todo, el danzón no pasó a la historia, el chachachá sí.
Y los ritmos “tropicales” en boga como “Mi Tinajita” o “Mi Cafetal”, que muchos creyeron que su cuna era Cuba, se fueron de espaldas cuando después del éxito latinoamericano que alcanzaron, se dieron cuenta que Las “Hermanas Lima”, sus famosas intérpretes, fueron originarias de Puebla (Celia y Delia Lima, originarias de Atlixco y quienes como dueto de “Las Atlixqueñitas” grabaron canciones rancheras) –Datos de don Manuel Jiménez, de Acámbaro, Guanajuato-, y que el gran cantante Tony Camargo, no era cubano sino jalisciense y quien se dio a conocer con muchas bellas tonadas como “El Año Viejo”, del autor colombiano Crescencio Salcedo, acompañados por las famosas tampiqueñas “Las Tres Conchitas”: Refugio, “Cuca” Hernández; Gudelia y Laura Rodríguez.
Y hoy, el tema musical de “Los Marcianos llegaron ya” y también el otro éxito musical “Qué rico vacilón”, cuyo autor fue el cubanísimo Rosendo Ruiz Quevedo es para ponerle música a nuestro comentario:
“De un platillo volador, todos bajaron bailando, y uno gozando cantando un güiro televisor. Los marcianos llegaron ya y llegaron balando ricachá; ricachá, ricachá, así llaman en Marte al chachachá”.
Viene a cuento el tema –y disculpen nuestros amables lectores tantos datos anticipados- porque hoy el edificio municipal de Chilpancingo está lleno de mucha gente rara y extraña que por su porte, sus gestos, sus altivas presencias y su soberbia semejan a extraterrestres, en este caso a “Marcianos” que en lugar de atender con diligencia y sencillez a la gente que acudimos a ese lugar a hacer algún trámite, nos paran tremendas jetas de donde brotan un inexplicable gesto de odio o rencor, como si los empleados y funcionarios vinieran de otras galaxias, como si fueran una “mancha” de iluminados por Dios Padre, para “atender” con la punta del pie a los usuarios de las oficinas municipales.
Dicen que “todo se le parece a su dueño”, y ese “dueño” hace declaraciones también muy “marcianas”, como esa que le atribuyó al parangón del “Llanero Solitario”.
Ese, respetables señoras y señores, no es el “cambio” que se necesita en Chilpancingo. Esa petulancia e ignorancia insultantes, a pocos días de asumir la alcaldía no nos llevará a nada.
O tal vez sí: A sumarle más y más problemas a los ya de por sí ancestrales que padece Chilpancingo.
Todos esos buenos paisanos que tanto adularon “el cambio” y a su principal protagonista, hoy se dan de frentazos, y dentro de poco tiempo, más.
El horno no está para bollos, ni para experimentos temperamentales, ni estamos en una ínsula barataria, ni mucho menos la ciudad y la ciudadanía somos una granja.
Lo dijo Ruíz Massieu: “Cambiamos, o nos cambian”.
El mismo esfuerzo que hace el ignorante para seguir siéndolo, lo puede ser para ser un ente diferente.
Pero mucho cuenta la formación, los principios y sobre todo la educación.
-En este caso, ¿cuál?

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