jueves, 8 de noviembre de 2018

ARTÍCULO

Ignacio Manuel Altamirano
Apolinar Castrejón Marino
En la pequeña población de Tixtla, nació el ilustre literato, educador y político, Ignacio Manuel Altamirano. Recordemos que ese lugar es hoy conocido mundialmente, porque en ese lugar se encuentra la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
Pensamos que a las generaciones actuales, convendría conocer algo de la personalidad de Altamirano, por lo cual les anotamos algunas frases contenidas en sus libros, y que retratan fielmente su ideología y cosmovisión:
En su libro “Cuentos de Invierno”, encontramos las siguientes: “Creer uno que sabe Historia porque ha leído en los compendios, es querer formarse idea de la grandeza del mar, al comer una ostra”.
En la convulsión política de nuestros tiempos, cobra vigencia su frase que dice: “El poder tiene espinas, pero para algunos gobernantes es sabroso, aún con ellas, como las sardinas”.
En el libro “Antonia”, encontramos esta perla enigmática: “En ocasiones el corazón despierta tarde, pero cree que despierta a tiempo, por eso las mujeres que aman de viejas, aman como si fuesen jóvenes”.
En la pequeña novela “Catalina” hayamos este pensamiento: “El que comete un exceso, ebrio de vino, tiene el recurso de disculparse por el vino; pero quien lo comete ebrio de cólera, no tiene más recurso que la humillación”.
“Hay naturalezas nerviosas que se estremecen cuando estalla un cohete, y nada sienten cuando truena el cañón. Hay almas que se escandalizan de una falta, y no se alarman ante un crimen”.
Pero si usted quiere conocer más de este personaje, puede acudir a Tixtla, en donde se encuentra la “Casa Museo. Ignacio M. Altamirano”, inaugurada el 13 de noviembre de 1984, por el entonces Presidente Municipal Prof. Timoteo Valle Alcaraz.
En el populoso barrio de Sr. Santiago, en la calle Montaño, esquina con Martin de Armendáriz, hay una casa de arquitectura rústica en donde habitó Ignacio Manuel, según los cronistas oficiales. En tal lugar se encuentran en exhibición objetos personales como escritos personales (cartas), su pistola, su espada y su bastón, destacando la corona de bronce, que venía en la tapa de su ataúd, otorgada por el gobierno italiano donde falleció.
La biblioteca pública federal –hoy municipal– “Ignacio Manuel Altamirano” de ese lugar, concedió mediante un convenio en comodato 3 enciclopedias generales, y 3 enciclopedias históricas, para uso de los asistentes al museo. También se encuentran 2 ejemplares de la edición en dos volúmenes de las obras completas de Altamirano, para que sean utilizadas por los estudiosos.
Por regla general, en Tixtla, en los programas de los niveles de educación primaria y secundaria, se incluye leer las novelas y poemas de Altamirano, con el fin de que los alumnos conozcan y se deleiten con esas obras literarias.
Así las cosas, casi todos los tistecos que hayan ido a la escuela, conocen al menos la novela de “El Zarco” y “Navidad en las montañas”, además de las poesías “Los naranjos” y “El Atoyac”.
Ignacio Manuel Altamirano nació el 13 de noviembre de 1834, y falleció el 13 de febrero de, cuando era Cónsul de nuestro país, en Italia.
Aprendió a leer y a escribir gracias a la influencia de su padre, pues en esa época la educación estaba vedada para los indígenas. Para su mayor fortuna, a la edad de 14 años, tuvo la oportunidad de obtener una beca para que se trasladara a Toluca a estudiar. Después de concluir los estudios en el Instituto Literario de Toluca, se matriculó en el Colegio de San Juan de Letrán para estudiar la carrera de derecho.
Altamirano fue defensor del liberalismo, participó en la revolución de Ayutla, en la guerra de Reforma  y combatió durante la invasión francesa en 1863. Trabajó como maestro en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela Superior de Comercio y Administración, y en la Escuela Nacional de Maestros.
Fundó la publicación “El Correo de México” y la revista literaria “El Renacimiento”, el periódico “El Federalista”, “La Tribuna” y “La República”. Como diputado en el Congreso de la Unión, durante tres períodos, abogó por la educación gratuita, laica y obligatoria.
Fue procurador General de la República, fiscal, magistrado, presidente de la Suprema Corte, y oficial mayor del Ministerio de Fomento. En 1870 fue iniciado en la masonería y alcanzó el grado 33 en 1879.

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