jueves, 28 de febrero de 2019

NOTA CON FOTOS

Tania, hija y Agustín, padre, hoy al
mediodía se unieron eternamente
Javier Francisco Reyes.—Después de 30 años hoy jueves se  registró un encontraron para siempre, entre hija Tania y padre Agustín a la última morada y se unieron para toda la eternidad, llegaron por distintos caminos, la primera en trágico accidente vial y el segundo por la terrible enfermedad de la diabetes, solo estuvieron familiares, amigos, y ausente el gremio periodístico.
Eran las 12:30 de la tarde, bajo un candente sol, llegó el cortejo fúnebre al panteón “nuevo” de la colonia Lázaro Cárdenas, luego de que fuera velado en la funeraria “Chilpancingo” de la calle Hidalgo, barrio de San Mateo de esta capital.
Después de ahí fue despedido de su domicilio en donde habitó en los últimos años en la colonia “Villas Vicente Guerrero” al sur de la ciudad y de ahí partió al norte con dirección al cementerio.
En una carroza de la funeraria fue traslado el féretro de madera color miel con el cuerpo del periodista Agustín Nava Escobar de 53 años de edad, originario de Apango, municipio de Mártir de Cuilapan, región centro de Guerrero, acompañado solamente por familiares y unos cuantos amigos.
No hubo presencia de sus compañeros periodistas organizados, ni independientes, mucho menos funcionarios de los tres niveles de gobierno a quienes sirvió con sus servicios profesionales difundiendo actividades en su semanario “Buen Día”.
El 24 de agosto de 1989, se presentó la primera tragedia de aquel joven matrimonio formado  por Rosario Gómez  Ramos y Agustín Nava Escobar, cuando se registró  el fatídico accidente de un taxi  en que era transportaba la niña Tania de escasos tres años.
En aquella fecha bajaba el conductor del servicio público por la calle “Niños Héroes” del barrio de San Antonio de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, cuando al parecer el taxi  se le “botaron” los frenos, y se produjo la catástrofe, hasta hoy en día  la fecha es imborrable y posteriormente procrearon a su hija Laura.
Después de 30 años de aquella tragedia, hoy Agustín Nava Escobar se unió con su hija Tania Nava Gómez, en su última morada en el “nuevo” panteón de la colonia Lázaro Cárdenas, en el no
rte de Chilpancingo.

No fue sepultado en la cabecera municipal de Apango de donde era oriundo, en donde yacen los restos de sus padres. La decisión para que fuera en Chilpancingo, fue de la esposa Rosario Gómez Ramos y su hija Laura Nava Gómez, para que se unieran hija y padre en la misma morada.
Antes de que pusieran las losas a la tumba, Aida Nava Escobar, recordó con mucho sentimiento a su hermano Agustín, como el “chipilón”, porque cada vez que lo visitaba en su domicilio, le decía “manita dame lo que me traes”.
Agradeció a todos los presentes por el acompañamiento y manifestaciones de solidaridad, inclusive llegaron vecinos de Apango a darle el último adiós  al paisano que hoy le rindió tributo a la madre tierra.
En su momento, el que esto escribe, con mucho sentimiento recordó a su amigo y compañero periodista Agustín Nava Escobar, siempre veía la vida con sentido del humor, en medio de su enfermedad mortífera de la diabetes dio ejemplo de vida y de trabajo, porque hasta el último momento editó y publicó su semanario “Buen Día”.
También señaló que el amigo Agustín, nunca anduvo tendiendo la mano  a los funcionarios y políticos para que le dieran unos pesos como limosna, sino que ofrecía sus servicios profesionales publicando sus actividades en su hebdomadario.
Nunca se doblegó ante esa horrible enfermedad, luchó por sobrevivir, en los últimos años anduvo en su silla de ruedas repartiendo sus ejemplares, siempre solidario, pero nunca tuvo esa reciprocidad, si la hubo fue muy escasa, pese a ello logró publicar cada semana su periódico.
Luego vino el momento final, tapar la fosa con losas de concreto, su hija Laura Nava Gómez, se despidió de su hermanita  Tania que si viviera  tendría 30 años de edad y también de su papá, Agustín Nava Escobar.
Quedaron sobre la tumba solo dos cruces una de madera color café y la otra de mármol blanco, con la inscripción de sus respectivos nombres, fechas de nacimiento y fallecimiento. Descansa en paz amigo Agustín.

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