viernes, 15 de marzo de 2019

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
CHILPANCINGO
Como periodista chilpancingueño que amo a mi pueblo, me he visto en la necesidad de escribir en el periódico, el Facebook o a veces en twitter, sobre el diario acontecer del lugar donde nací: Chilpancingo, echando la mirada sobre lo magnífico, lo bueno, lo malo o lo peor que acontece en mi ciudad cuna.
He aprendido que el periodismo crítico, contribuye de mejor manera ejercitándolo, señalándole sus yerros a las personas que gobiernan, que adulándolos, quemando incienso, echando flores y llenando de halagos a esos personajes pasajeros en el poder, que en su mayoría siempre gobier
nan mal o peor.
En la lista de presidentes municipales he admirado las actividades de muy queridos alcaldes como don Elías Naime Némer, a quien considero el mejor de todos; a don Ausencio Garzón Chávez, a Juan Alarcón Hernández, conocido y querido como Juan Pueblo y al admirado médico Alberto Saavedra Ramos, por citar a algunos.
He visto lo que han hecho por Chilpancingo otros jóvenes ediles como Efrén Leyva Acevedo, Florencio Salazar Adame; Jorge Arrieta Jiménez y algunos más que entraron de bateadores emergentes así como las etapas de Héctor Astudillo Flores y Mario Moreno, lo mismo que a médicos como el apreciado Saúl Alarcón Abarca.
No creo que alguno de ellos haya escapado a mis críticas, pero también he exaltado las obras de beneficio colectivo que han creado para mi Chilpancingo y he reconocido las acciones políticas y sociales que han podido iniciar dejando una trayectoria a seguir siempre beneficiando a la capital del estado. Y lo mismo ha pasado con los señores gobernadores a quien de una u otra manera tuve en suerte conocer, tratar y a veces trabajar con ellos, desde el médico Raymundo Abarca Alarcón hasta Rene Juárez Cisneros, y a partir de entonces me he mantenido alejando del Palacio de Gobierno y de quienes han sido los mandatarios.
Antes del proceso electoral anterior escribí mucho sobre las necesidades que urgen de solución a Chilpancingo. Basado en mi experiencia casi dibujé las características que debía tener en su linaje político quien asumiera la alcaldía y la verdad sea dicha, ninguno de los aspirantes reunía esas apreciaciones mías.
La doctora Silvia, una mujer valiosa, muy preparada, estudiosa pero para mí, carecía de la experiencia política que necesita un alcalde en Chilpancingo para poder gobernar adecuadamente. La muy respetable señora Bety Vélez, con participaciones remarcadas como lideresa del sindicato de Salud, pero muy alejada de la realidad municipal de Chilpancingo. Tenía en su adversidad el haber votado los gasolinazos siendo diputada federal y tenía varias opciones, entre ellas ser senadora de la república. Al final sus bonos bajaron estrepitosamente y en política pasó a menos cero. Lamentable.
Antonio Gaspar Beltrán fue el otro aspirante que trabajó muy bien el área rural que fue de donde obtuvo unos votos más arriba de la doctora Silvia quien ganó muchos sufragios por “el efecto AMLO”, pero sin embargo el candidato del PRD, a pesar de haber sido síndico con Héctor Astudillo denotaba inexperiencia para ser alcalde, le faltaba “cuajar” en política y finalmente, al ganar la presidencia municipal, así lo está demostrando: Inexperiencia, falto de oficio político y huérfano de esos lances muy necesarios que se requieren para ser un presidente municipal más o menos aceptable.
Desde que asumió la alcaldía, se vio claramente en Antonio Gaspar “de qué color pinta el colorado”. La mayoría de sus acompañantes en la alcaldía jóvenes, más inexpertos que él y suponiendo que el poder que habrían de tener en las manos era para inflarse como globos, llenos de ego, pero sin pizca del conocimiento que se requiere para trabajar en la función pública.
Los resultados están a la vista: Fracaso tras fracaso. El edil ampuloso, sin precisiones ni planteamientos para enfrentar y solucionar conflictos políticos y sociales, y prácticamente “se lo están comiendo” tanto su propia ineficacia e inexperiencia política como la sobrada personalidad de un regido como Adolfo Calderón Nava, quien con la bandera del PRI en las manos, dentro de la administración perredista municipal, está llevando mucha agua a su molino, y al molino tricolor, y con grandes beneficios de gestión ciudadana, que ya estas a alturas Gaspar Beltrán no le encuentra la punta a la hebra de por dónde darle para conseguir medio obnubilar al regidor que le resultó políticamente súper dotado.
La función, continuará.

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