jueves, 31 de octubre de 2019

ARTÍCULO

La cultura universal
del Día de muertos
César González Guerrero
Dedicado a los Niños y Jóvenes de México y, con todo respeto, a quienes han sufrido la pena, el dolor y la tristeza de perder a un ser querido.
Dedicado, como un homenaje póstumo, a Don Ezequiel “Cheque” Cerros Castañeda, Cronista y promotor de las Calaveras en el Municipio de Copala, Gro.
Dedicado a los promotores y defensores de nuestras Tradiciones y Costumbres.
La celebración del Día Muertos, también denominado Día de Todos los Santos o Día de los Fieles Difuntos, es una tradición mexicana que se origina desde la formación prehistórica Mesoamericana y ahora forma parte de la cultura universal desde que la UNESCO en el año 2008, decla
ró ésta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de México.
Aunque algunos investigadores sostienen otras versiones acerca de su origen, el Día de Muertos se ha convertido en una de las tradiciones más antiguas de México, formando parte del misticismo y la magia del pueblo mexicano y su símbolo ha sido siempre la Calavera, no como enemigo del hombre, sino más bien como algo natural y de cierta identidad nacional, con un sentido ritual, popular, artístico, artesanal y festivo. Es así como, de acuerdo con el ritual, el día 31 en la noche se espera a los niños y el día 1ro en la noche se espera a los adultos. En los últimos 5 años, quizá por el sistema económico, las celebraciones inician a partir del día 30 de octubre.
En México, Cronistas del siglo XVI como Fray Bernardino de Sahagún y Fray Diego Duran, así como los Códices (principalmente el Magliabecchiano), y los poemas de Netzahualcóyotl hacen referencia a esta celebración y a la muerte, movimiento que surge de la mezcla de costumbres españolas y nahuas. Desde la época prehispánica, y después en la época Colonial, el culto a la muerte se ha vuelto una tradición mexicana, cumpliendo con la visita a los Panteones, la colocación de Altares, los escritos y publicación de Calaveras y presentación de Ofrendas. El Día de Muertos, que la iglesia católica promueve, sirve para estrechar la cercanía, y la comunicación, con nuestros difuntos, un acercamiento espiritual que nos identifica, que mezcla la tristeza y la alegría, con mucho fervor y gusto que se debe fomentar a nuestros descendientes, a las nuevas generaciones.
La visita a los Panteones, Cementerios o Camposantos, se ha transformado en una obligación moral familiar, al llegar con escoba y agua, brochas y pintura, para hacer la limpieza de sus Criptas o Tumbas y ramos de flores de todo tipo para adornar las mismas. Sin faltar las velas, veladoras y coronas de flores, se reúnen familias completas que aun lloran y recuerdan a sus seres queridos, cuyos cuerpos  pudieron ser sepultados, algunos desde el mismo día primero o dos de noviembre, días, semanas, meses o varios años atrás, acompañadas de conjuntos musicales, tríos o mariachis. Otras prefieren sus oraciones, rezos o cánticos religiosos, compartiendo sus sagrados alimentos junto a su ser querido que continua viviendo dentro de los corazones. Las ofrendas en el altar, ubicado en algún lugar muy especial, se distinguen por colocar diversos materiales y productos, que fueron utilizados o consumidos cuando vivían, de tal manera que se pueden encontrar sombreros, cigarros, guitarras, comidas, bebidas, etc.
En estos días se multiplican los visitantes llegados de todas las partes del estado, del país y del mundo. Sin embargo esta celebración no es exclusiva de los panteones, también se realizan los preparativos días antes en los hogares, en las instituciones educativas, empresas, oficinas, etc., donde se erigen altares alusivos. Se entiende que el espíritu de esta tradición es recordar a quienes se nos han adelantado y que, de acuerdo con la fe de cada quien, principalmente en el área rural, los angelitos de los difuntos regresan en forma de mariposas abundantes en esta temporada, para gozar y disfrutar de los gustos habidos en vida.
De la misma forma las Calaveras, como escritos ingeniosos o versos festivos o satíricos en forma de epitafios, dan a conocer o comentan los defectos de personajes vivos, representados como si ya estuviesen muertos. En el marco de la libertad de expresión, una de las costumbres más arraigadas, y de mayor antigüedad en los pueblos de México, sin duda, es la de escribir las llamadas Calaveras, versos  que al conmemorar los Fieles Difuntos, expresan de manera sarcástica las características de alguna persona que en vida destaca de cualquier forma, sin importar su posición política, económica y social. Esta forma de expresión, irónica, picaresca, chusca, ingeniosa y muy original, es producto de la costumbre que se ha venido realizando para burlarse tanto de la muerte como de algunas personas que por sus acciones o actividades se consideran merecedoras de ello. En los pequeños poblados, donde aun no llegan los medios de comunicación masiva, utilizan las Bocinas públicas que se colocan en un domicilio particular localizado en las partes altas de la localidad y, haciéndolas girar manualmente, sirven para su difusión, de manera respetuosa y sana, también en medios impresos que ahora compiten con las tecnologías. Esto se hace previamente a la celebración del Día de Muertos.
La festividad y creatividad de estos días significan un espacio para la reflexión, se mezclan la fe y la ironía, el respeto y la celebración, la veneración y la burla, la tristeza y la alegría. La Calavera, desde la época Colonial, ha jugado un papel muy importante en el desarrollo de esta celebración popular, de tal manera que a la Calaca, Muerte, Esqueleto, Huesuda, Parca, Flaca, Catrina, o como se le quiera decir, la encontramos por todas partes, ya sea como personaje principal de una rima, convertida en dulce, o como fuente de inspiración de grandes artistas, relatos, poemas, versos o canciones.
En las grandes zonas urbanas son los periódicos y revistas, centros de cultura, y otros espacios, donde se disfrutan de las tradicionales Calaveras. En cuyas composiciones artísticas encontramos la habilidad y la gracia del mexicano que, de esa manera, rinde culto a la muerte, muy especial especialmente. No cabe duda que las Calaveras en México representen el punto de vista humorístico de la muerte, con el cual se deja a un lado el temor, pero también se manifiesta el respeto. En el marco del humorismo acerca de la muerte, es importante recordar al gran artista que, a través de sus famosas Calaveras sonrientes, dijera mucho más sobre la idiosincrasia del pueblo mexicano. Este personaje, sin lugar a dudas uno de los más importantes en este genero, es José Guadalupe Posadas, originario de Aguascalientes, quien dejo más de 15 mil gravados relacionados con la muerte, sobresaliendo. “La Catrina”, “Calaveras”, “La Calavera de Don Quijote”, etc. Obras que ofrecen una visión  satírica de personajes políticos de la época.
Actualmente el culto a los muertos también encuentra en las Ofrendas una categoría muy especial, que lo convierte en un rito y una muestra artesanal y gastronómica, para lo cual se utiliza una característica más que es el Altar del Día de Muertos. En la colocación de Ofrendas destacan diversas expresiones populares, en cuyo montaje se observan patrones generales de cada etnia y región. Normalmente son las familias quienes se encargan de instalar el escenario, que constituye un elemento de creatividad e iniciativa. La llegada de las almas o animas de los difuntos, cada año, para visitar a sus familiares que aun viven, obligan a recibirlos con eventos modestos, sencillos, pero con una profunda fe. En su honor se procura que su breve visita sea lo más agradable posible, ya que de esta manera los difuntos regresaran al cielo tranquilos y felices, y de esa forma intercedan ante la divinidad suprema por quienes estamos vivos.
Las flores de cempasúchil, que precisamente se encuentra en estos días de manera abundante, forma parte integra de estas celebraciones; no pueden faltar las frutas, alimentos y bebidas, los trastes de barro, candelabros, velas, incensarios para la quema del Copal, juguetes, dulces, cigarros, fotografías, manteles bordados, papel china picado en diferentes colores y formas, son elementos imprescindibles en las Ofrendas del Día de Muertos. En algunos otros lugares estos altares se colocan también en las tumbas de los camposantos. De acuerdo con la tradición los difuntos, niños y grandes, utilizan el camino de las flores de cempasúchil, por donde entran y salen del hogar en donde estuvieron en vida. En la actualidad ya existen personas que se dedican a impartir cursos especializados para la elaboración y decoración de altares. El levantar un altar para celebrar el Día de Muertos es una actividad que une a la familia y manifiesta su capacidad artística y cultural, así como también fortalece los valores morales de los niños y jóvenes, para defender nuestra cultura, creencias y tradiciones nacionales. El encendido de velas o veladoras de parafina o cera, según la creencia, es muy importante porque cada una de ellas simboliza la luz que conduce a los difuntos, niños y grandes, del cielo a la tierra, y cuya cantidad es de acuerdo al número de fallecidos. También es muy importante este elemento porque existen difuntos sin familiares y con ello se evita la existencia de almas en pena, vagando por el universo.
Lo que no puede faltar en las Ofrendas son: dulces en sus más de 100 diferentes modalidades, principalmente en forma de calaveritas, calacas, ataúdes, etc., de chocolate o amaranto; el agua como signo vital; las comidas predilectas del difunto con sus respectivos utensilios; las bebidas preferidas, de sabor o embriagantes; flores de todos los tipos, olores y colores, destacando las blancas y amarillas; las calabazas de adorno o como alimento; y el imprescindible pan de muerto en diferentes figuras y tamaños. La colocación de imágenes religiosas que sirven para proteger el altar de los malos espíritus; y las fotografías para recordar visualmente a los fallecidos. Regularmente las ofrendas se desmontan tan pronto se cree que los difuntos se han retirado, después de sustraer la esencia y el aroma de los elementos que componen el altar (alimentos, bebidas, flores y sustancias olorosas), obsequiando y consumiendo entre familiares y vecinos todo lo que higiénicamente se conserva en buen estado. Se considera una falta de respeto hacerlo antes.
Mantener la tradición de celebrar el Día de Muertos debe ser un compromiso de todos los mexicanos, sin llegar al extremo del consumismo y de la comercialización o de la tergiversación de nuestras costumbres y creencias, y de acuerdo con nuestras posibilidades económicas, y la creatividad. Es responsabilidad de cada una de las familias mexicanas, y de las propias instituciones culturales y de educación, de los tres niveles de gobierno, que estas tradiciones continúen y se mantengan como símbolo de unidad y de fortalecimiento de los valores morales.
¡¡ Defender la cultura popular es rechazar la penetración cultural extrajera!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.