jueves, 19 de diciembre de 2019

ARTÍCULO

Los abusos de
los pitufos
Apolinar Castrejón Marino
¿Y por qué decimos “Hay veces que nada el pato”? Bueno, el dicho completo es “Hay veces que nada el pato, y hay veces que ni agua toma”, lo cual significa que por un tiempo vivimos en la abundancia, y luego pasamos otro tiempo de carencias.
Como es el caso de los políticos que disfrutaron de la riqueza cuando el PRI era el partido hegemónico. Por cierto, hegemónico significa que ellos eran los que ejercían el poder de manera absoluta. En ese tiempo nadie hablò de “contrapesos” y de plano a la oposición “Ni la veían, ni la oían” como dijo el presidente más orejón.
Y aquí les vamos a recordar una anécdota sucedida el 28 de diciembre de 2006, cuando el panista Roberto Gil Zuarth, y su novia Carla Astrid Humphrey Jordán, y su hermano Eduardo, con su novia Daniela Paola Romano Álvarez, se encontraban en Barcelona, España de vaca
ciones.
Como sucede con muchos ricos y poderosos mexicanos, el mundo se les hace chico para echarse un buche de agua, y creen que sus desplantes deben ser aplaudidos por todos.
Así las cosas, a la salida de una discoteca, a Robertito Gil Zuarth se le ocurrió darle un empujón y un puñetazo al vigilante y además, insultó a los  agentes de la Guardia Urbana quienes presenciaban el hecho de “machismo” y “valentía”.
Por si no lo recuerdan, ese mes de diciembre, Gil Zuarth había asumido el cargo de coordinador de asesores de la Secretaría de la Función Pública (SFP), encabezada por Germán Martínez Cázares, amigo cercano del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Como la justicia es muy lenta en todo el mundo, el 15 de abril de 2011, -cinco años después- el juez Lagares Morillo  del Juzgado 4 de lo Penal en Barcelona emitió una sentencia contra Roberto Gil Zuarth, cuando ya era Secretario particular del Presidente Felipe Calderón. Se acusaba a Robertito por los delitos de lesiones contra un civil, atentado contra los agentes del orden, y por daños y destrozos de una propiedad privada.
De acuerdo con la investigación del periodista Alejandro Gutiérrez, de la Recista Proceso, la Embajada de México en España, era encabezaba por el panista Jorge Zermeño Infante, quien de inmediato intervino para impedir que las acusaciones prosperaran y los pitufos fueran enviados a prisión.
Josefina Vázquez Mota ya tenía apalabrado que Robertito fuera el coordinador de la campaña cuando fuera candidata a la Presidencia, y el Presidente Calderón ya había ordenado que Robertito fuera candidato al Senado y posteriormente coordinador de la bancada delos pitufos.
Gracias a los buenos oficios de  Jorge Zermeño, la embajada logró que el tema se manejara sólo como “reparación de daños”, cuando en realidad los delitos ameritaban prisión. Anticipándose al juicio, Roberto Gil Zuarth acordó una indemnización de 2 mil 900 euros a los agraviados. Y ahí paró la cosa.
Es importante tener memoria de estos datos, para cuando escuchemos al presidente de los pitufos Marko Cortes, como se adorna con los logros de los gobiernos fallidos de Vicente Fox y Felipe “El Borolas”. Y si es posible, reclamarle cómo, al amparo del poder, al monopolio que ejercen los partidos políticos y a la complicidad de los funcionarios en turno, la impunidad hace de las suyas aquí y en el extranjero.

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