miércoles, 15 de enero de 2020

ARTÍCULO

Mi pasión
es servir
Apolinar Castrejón Marino
¿Y por qué decimos “Mi pasión es servir”? Bueno, los políticos pronuncian esta frase cuando andan en campaña, porque creen que es muy “pegadora”, y con ella, van a convencer a la gente de que son una persona especial, y que está llamado por los Dioses a colmar con beneficios a quienes elija.
En realidad es el colmo de la vanidad y de la hipocresía, y en la escala entre el hombre y los animales, se encuentran más cerca de los animales –con el debido respeto a los animales-.
Además, la experiencia nos recuerda que cuan
do ya están en el cargo, se olvidan de su pasión es servir, y se entregan al burocratismo, el culto a sí mismos, y a la corrupción.
Guardando la debida proporción, es el mismo caso de los duques de Sussex, de la casa real del Reino Unido, que hacen como que se quieren separar de la monarquía, porque quieren dedicarse a hacer obras de beneficencia. O como decimos en México, quieren ser candil de la calle y oscuridad de su casa.
Según la relatoría de la prensa rosa europea, el príncipe Enrique, y su esposa Meghan, se han cansado de los compromisos, de la formalidad y de la etiqueta de la monarquía, y les gusta la vida más “chabacana”.
Eso sí, les gusta ser recibidos como grandes personajes, les gustan sus títulos de duque y duquesa, y sobre todo, les gusta gozar de los fondos que les asigna el gobierno, para “ayudar” a la gente pobre y necesitada.
¿Qué padre, no? Así cualquiera de nosotros. Sentirse Dios, repartiendo obras, obsequios, y despensas. Pero lo mejor, recibir trato de divinidad. Como los políticos mexicanos, que hasta engordan porque empiezan a “comer con manteca”.
En el caso del Estado de Guerrero, del gobernador para abajo, durante su periodo se pasan más tiempo cortando listones, y posando para las cámaras, que atendiendo asuntos en su despacho.
Nada más les queremos recordar que luego que se acaba su vida útil para su partido, se van hasta el fondo. Tomemos el caso de Luis XVI de Francia, que se convirtió en Rey a la edad de 20 años. Desde que nació vivió en Versalles, el palacio que sus antecesores habían construido con el lujo más extremo.  A los 14 años se casó con María Antonieta, la hija de la emperatriz de Austria.
En medio de esta vida refinada, no había lugar para los pobres, ni valían las protestas de los ciudadanos, agobiados de impuestos y exigencias para entregar su dinero, sus bienes y su trabajo para que los nobles vivieran en el paraíso.
Pero los ciudadanos se lograron organizarse de tal modo que vencieron a los que vivían a expensas del Rey y que en consecuencia lo defendían con todas sus fuerzas. Los opositores al Rey lograron impoer una Constitución que limitaba el poder del monarca.
Y luego lograron convocar a una Asamblea en la que podían expresar todo su descontento. Aquello era como una olla de vapor a punto de explotar, y las acciones de Rey terminaron por comprometer la situación.
Cuando Luis XVI trató de escapar, para pedir ayuda a otros monarcas con los que mantenía relaciones de complicidad, pero fue interceptado, y trasladado al Palacio de las Tullerías donde funcionaba la burocracia y la prisión del gobierno.
Durante varios meses la familia real vivieron como prisioneros con, hasta que los parisinos decidieron acabar definitivamente con la monarquía que los había explotado durante siglos. La Asamblea suspendió los derechos de la realeza, y a continuación sometió al Rey a un juicio sumario.
El rey fue encontrado culpable de los delitos de traición a la patria, y sentenciado a morir ejecutado. El 21 de enero de 1793 en la Plaza de la Revolución, la guillotina cayó sobre su cuello, rebanándolo limpiamente al primer intento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.