viernes, 21 de febrero de 2020

ARTÍCULO

Como se mide
la pobreza
Apolinar Castrejón Marino
El Inegi, es la gran fábrica de información sobre la sociedad mexicana, que por su autonomía e independencia de estadísticas y mediciones, gozaba del respeto de la colectividad, de las otras instituciones, y de las diferentes organizaciones.
Los criterios de evaluación, que utilizaba y la libertad de expresión de sus estimaciones, servían eficientemente para el diseño de las políticas públicas, y se utilizaban como modelo para otras investigaciones en el medio universitario, técnico y económico.
Pero, cuando sus mediciones resultaron incomodas para el gobierno de Enrique Peña Nieto, respecto del Producto Interno Bruto y de la pobreza, se aprestó a infiltrar a sus operadores políticos, con la intención de realizar el maquillaje que requería su admin
istración. Según el acreditado periodista Raymundo Riva Palacio, impuso como director a Julio Alfonso Santaella, tecnócrata fiel al secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Simultáneamente, el secretario de Desarrollo Social (y fallido candidato presidencial), José Antonio Meade, atacó otro flanco, cuestionando la metodología de los órganos (INEGI) “…que miden la pobreza en México, porque sólo se enfocan en el ingreso, e ignoran otras carencias sociales”.
El director del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Aristóteles Núñez, también se sumó a la cargada contra el INEGI, asegurando que era “…necesario revisar, si la forma en que se mide el Producto Interno Bruto era correcta, porque el crecimiento económico del país parece no reflejar los indicadores de recaudación, consumo y empleo”.
Se hicieron los cambios, y la aplicación de la “nueva” metodología para medir la pobreza, logró en las gráficas lo que en 40 años no se había podido lograr en la vida real: los más pobres tuvieron un incremento de 33.6 por ciento, en un solo año.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) que tiene un convenio con el INGEI para coadyuvar en la medición la pobreza en México, protestó públicamente, pues el cambio de metodología se hizo a sus espaldas.
El secretario ejecutivo del  Coneval, Gonzalo Hernández Licona, dijo que “…los cambios hechos por el INEGI carecen de documentos públicos de carácter técnico que los justifiquen, y no fueron debatidos técnicamente con el  Coneval, ni anunciados de manera oportuna, y así no habrá forma de conocer la evolución de la situación de los hogares en México, respecto de años previos”.
Fue un cambio a la usanza de los reyes de la antigüedad, que mandaban quemar los libros de historia de sus pueblos, mandaban escribir su propia historia, en donde todo era perfecto desde que iniciaron su gobierno, y se mandaban hacer un árbol genealógico, donde “demostraban” ser descendientes de los Dioses.
El respetado economista, maestro y conferencista, Jonathan Heath, denunció públicamente que el gobierno de Peña Nieto “…estaba consumando un artero ataque al profesionalismo del equipo de colaboradores del INEGI, pues como las cifras que produce, no reflejan lo que él quiere, ordenó el cambio de la metodología, para reflejar en los informes, lo que sus funcionarios no lograban en la realidad”.
Otra protesta puntual fue la del economista en jefe del grupo Banorte, Gabriel Casillas, quien declaró al periódico EL FINANCIERO que “…los analistas tenemos el derecho y la obligación de ser críticos, y un funcionario del gobierno federal, no puede torcer las tuercas de un organismo autónomo, si la opinión no le conviene”.
“En un país de libertades acotadas como México, la información no puede creerse si se mide desde afuera del Inegi, con métricas que le dictan desde la Secretaría de Hacienda”.
Como se ve diariamente, los críticos del gobierno de López Obrador, se aprovechan de la ignorancia de la gente, respecto al manoseo de la información ordenada desde “Los Pinos”. Entre los “criticones” se encuentran “especialistas”, “economistas”, y “analistas”, que olvidando el profesionalismo, actúan en contra de los sagrados principios de INFORMAR a la sociedad.
Por encargo, por consigna o “como cosa suya”, quieren crear una falsa percepción de fracaso del nuevo gobierno. Sin embargo, a los mexicanos les importa más lo que reciben, aunque no sepan de inflación, PIB, y cotización del peso.

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