viernes, 20 de marzo de 2020

ARTÍCULO CON FOTO

Cuidado con los niños
Apolinar Castrejón Marino
“Cuando la perra anda en brama,
no hay quien le dé un bocadito,
y cuando ya está parida
todos quieren un perrito.
Y son tan hijos de la chingada,
que quieren el más bonito”.

Estos versos se pronuncian en la tierra caliente del Estado de Guerrero, como adorno de los “corridos” que se cantan por esos lugares.
No es por comparar los perritos con los niños, pero viene a cuento para tratar el tema del bienestar de nuestros hijos, que siempre serán la alegría de la casa, que representan la continuidad de nuestros apellidos, y significan la perpetuidad de la especie humana.
Con todo respeto sea dicho, a la hora de decidir tener hijos deberíamos procurar que cuenten con las condiciones mater
iales adecuadas para su crianza. Alimentación, vestido y cuidados maternales son necesidades diarias. Además, necesitan un lugar propio y adecuado para descansar, jugar y dormir.
Cuidados médicos y seguridad de su integridad física, un ambiente en donde pueda socializar con otros niños, y adultos que le tengan respeto, es muy importante para su sano crecimiento.
Entre todos los requerimientos que venimos enumerando, hay algunos que corresponden al gobierno, o a otras personas, los cuales no siempre se cumplen. Y mientras hacemos el reclamo ante las autoridades correspondientes o las denuncias para que la sociedad se entere, algún accidente o daño irreparable puede sucederles.
Entonces, tenemos que ser nosotros mismos quienes nos ocupemos de su integridad, por el más elemental sentido de responsabilidad, y amor hacia nuestros cachorros.
En el sector empresarial, la presencia de los niños no está permitida en las tiendas, en las fábricas, ni en las maquiladoras, y en el sector extractivo y productivo, su presencia está limitada por las leyes.
Sabemos también que por cuestiones de trabajo, y cuando no hay servicio en las guarderías y escuelas, las madres tienen que cargar con sus hijos al trabajo, o tienen que encargarlos con la familia, o con las vecinas, como si fueran bultos o mascotas.
En la actualidad, existen leyes que prohíben el trabajo infantil, porque podrían ocurrirles algún percance con el manejo de las herramientas. Pero como muchas veces sucede, las autoridades entendieron la regla, como una prohibición para que los infantes hagan ningún tipo de quehaceres.
En los años 80s el gobierno mexicano de José López Portillo creó el Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI) para atender los requerimientos más apremiantes de la niñez. Al pasar de los sexenios, se fue diluyendo hasta desaparecer.
Luego se creó el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, que funciona como un feudo para la esposa y familiares más cercanos del “mandatario” en turno, y ocasionalmente como el instrumento para desviar alegremente grandes cantidades de dinero, como el caso de Karime Macías, esposa del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte.
Así que, tendremos que ser nosotros mismos en lo individual, quienes tengamos que proteger a nuestros hijos. Por principio de cuentas, debemos evitar exponerlos a cualquier clase de riesgos y peligros. Aunque es común observar gran cantidad de niños de todas las edades en las oficinas gubernamentales y centros de trabajo, esto no es correcto, pues son lugares no adecuados porque carecen de espacios para el juego y descanso, para que tomen sus alimentos, y porque carecen de servicios sanitarios a su edad.
Ahí puede ver se a niños comiendo en el suelo o en un rincón y durmiendo en los sofás de las salas de espera, o debajo de las mesas o escritorios.  Sobra decir que los niños que utilizan los mismos muebles de baño que usan os adultos, se exponen a contraer enfermedades sexuales.
También es común ver niños en “marchas” y protestas callejeras, en “plantones” y “tomas” de edificios públicos. Y sabemos que los protestantes hacen esto como una estrategia para garantizar que las policías no los sometan al orden, porque esto se tomaría como una agresión a menores indefensos.
En realidad es una cobardía, cometer una infracción social y escudarse en la fragilidad de los infantes, y también es una vileza poner en riesgo a los hijos, como si no tuvieran amor por ellos.

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