lunes, 23 de marzo de 2020

COLUMNA

De Frente
Miguel Ángel Mata Mata
Ruindad
1.
La semana pasada pagó el impuesto del dos por ciento a la secretaría de finanzas del gobierno de Guerrero. El lunes debe pagar Impuesto al Valor Agregado y Sobre la Renta al Servicio de Administración Tributaria del gobierno federal.
El martes debe pagar el servicio de energía eléctrica a la Comisión Federal de Electricidad. La próxima semana habrá que ir preparando los servicios de TV, internet y telefonía.
El sábado pasado apenas arañó ingresos para completar la nómina de la peor sema
na que ha tenido en décadas.
¿A dónde se fueron todos? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué se cayó el ingreso?
Algo maligno sucedió.
2.
La pandemia del coronavirus metió tanto miedo a todos que, nuestros lentos líderes, no han comprendido la respuesta silenciosa de la sociedad organizada, sin ellos.
Tal fue el temor que alguien subió el tono a pánico. La presidente municipal de Acapulco salió a medios a pedir a residentes y turistas no salir a las playas; a los dueños de bares, centros comerciales, cines y lugares de reunión masiva, a bajar cortinas.
Alguien le jaló las orejas para recordarle que en Guerrero apenas hay cuatro casos confirmados de la infección y que, en todo el país, aún no pasamos la fase uno del contagio.
Ella se desdijo, pero el daño económico estaba hecho. Bajas ventas, riesgo de parálisis económica en un municipio donde el 85% de quienes trabajan, son informales y viven al día. Es decir, lo que ganan en las calles hoy, sirve para que su familia coma mañana. No hay trabajo, no hay comida.
La memoria de ella fue refrescada por restauranteros, vendedores y meseros de Caleta y Caletilla, hasta donde ella fue a querer explicar que deben morir de hambre, pero no de coronavirus.
Huyó al límite de los improperios verbales que estuvieron a punto de convertirse en físicos. Alguna trenzadora tenía lista la chancla voladora. Afinó la puntería a la gorra con propaganda política del partido donde dice militar la alcaldesa. A punto estuvo el chanclazo volador que no despegó ante la poco graciosa huida.
Hubo quienes justificaron la premisa de ella: “inconscientes que no ven el tamaño de la pandemia”, dijeron para defender lo indefendible. Ellos sí pueden encerrarse en sus casas viendo la tele pues recibirán su paga. Ellos sí tendrán su quincena, vacaciones, aguinaldo y bonos seguros, muy seguros, en su cuenta bancaria.
El resto de la gente debe salir a buscar comida, a pesar de la pandemia, en las calles desiertas que dejó la imprudencia de quien buscó reflectores preelectorales y aún hoy domingo, luego de cinco días de su metida de pata, no logra comprender.
Ésta infamia será pesada lápida que, como la traición, suele ser eterna.
2.
Con lo poco que le quedó se fue a la farmacia. Preguntó por cubre bocas: “a ciento cincuenta el paquete de trescientos, pero… ya no hay. Hace rato había, pero vivo alguien y se llevó todos”, le respondieron.
--¿Y el gel? Jajajaj. Fue la respuesta del encargado.
Buscó una solución. La halló en la esquina de la imaginación: máscaras de lucha libre y guantes de látex. Alcohol en un frasco al que agregó bolitas de algodón. Cada bolita, una lavada de manos, se dijo.
Con esas herramientas abrió el negocio desde donde contaba la cantidad de coches. Uno cada quince minutos, lo más rápido, en la desolada calle que, antes, registraba quince autos, cada minuto.
Envió un mensaje a sus amigos en el gobierno: ¿Dónde puedo conseguir cubre bocas, guantes y gel? Nadie la he respondido luego de cinco días en un domingo que extraña la misa y el saludo entre hermanos.
Queda claro que ese pequeño comerciante tendrá que enfrentar las pandemias, de coronavirus, de pánico y crisis económica, como pueda. Solito.
Con gobiernos autistas, líderes lentos, protagonismos preelectorales, pero con una ola de sociedad silenciosa que, como siempre, se atiende sola, él ha decido unirse a todos: “Haber cuánto aguanto”, pensó.
Impresiona la mezquindad de los gobiernos ante lo que viene: la pandemia comercial que ha dejado la pandemia de pánico en Acapulco, provocada por una aprendiz de bruja. Mezquina.
3.
 --“Lo tundimos”, respondió el senador Manuel Añorve cuando se le preguntó, vía electrónica, sobre la reunión de senadores con el subsecretario López Gattel, cara visible del gobierno federal sobre la pandemia.
Las crónicas dicen que el vocero del gobierno federal ofreció más explicaciones sobre economía que sobre el asunto que tiene paralizado al país.
Según el senador, se ha propuesto al gobierno federal que, previendo la crisis económica que viene tras el coronavirus, presente un paquete económico en apoyo a las empresas y familias de México y Guerrero.
Concretamente, han propuesto que el gobierno pague la mitad del sueldo de trabajadores que ganan menos de 6 mil pesos al mes; evitar despidos de trabajadores que no asistan a laborar mientras dura la contingencia sanitaria; créditos a la palabra, créditos sin interés, que las empresas no paguen impuestos.
La respuesta llegó por la mañana, en la mañanera: “No habrá estímulos fiscales. Todos deben pagar impuestos”.
--¿Cómo es la postura dela federación? ¿Avara? ¿Miserable?
4.
Mientras todos se han encerrado en casa. Mientras el planeta tuvo un respiro y la contaminación se aleja de ciudades enteras. Mientras los animales vagan en citadinas calles. Mientras los canales de Venecia se hacen transparentes. Mientras. Mientras. Siempre hay infames que aprovechan el río revuelto, pretendiendo ser pescadores que obtienen ganancias.
Los diputados federales del Movimiento de Regeneración Nacional aprobaron, por apenas unos cuantos votos más del cincuenta por ciento del total de diputados, y la ausencia de las oposiciones, poder reelegirse por doce años, sin necesidad de contar con licencia como tales. ¡Qué chulada!
--“Eso es tener mucha hambre”, les respondió el senador guerrerense, Félix Salgado Macedonio.
Infames diputados. Más infames, aún, quienes defendieron su postura.
5.
Ha sido ese mismo senador, Félix Salgado, quien le ha puesto una banderilla a la irracional postura de clausurar Acapulco, desde un oficio firmado por el director de reglamentos y espectáculos públicos, donde, con mentiras, pretender bajar las cortinas del destino turístico más importante del país.
--“Vengan a Acapulco”, invita Salgado Macedonio, en un video editado en la asta bandera de la costera. Le acompañan vendedores de quesadillas, ostiones, ceviche, masajistas, trenzadoras, y una gama impresionante de personas que salen cada día a la playa a pescar el pan de cada día que han de llevar a la mesa de sus niños.
“Vengan, turistas, vengan”, insiste y le responden desde la infamia de la política municipal: “no le hagan caso, quiere reflectores”.
6.
Es domingo. No hay misas. El negocio del amigo no ha recibido un solo cliente hasta el mediodía. El restaurante de enfrente tuvo, luego de la infamia de Adela, apenas tres mesas en cuatro días.
No importa. De banqueta a banqueta se gritan: “Chilangos Welcome”. Pero, mientras llegan:
--“Vámonos a beber, que éste mundo se va a perder”.
Se las bebieron. Nomás cinco claritas y diez Vicky’s. No fue falta de sed. Era toda la existencia. No hubo más.
QUE CONSTE
Ruindad es quien es ruin.
Ruin es quien es vil, indigno, innoble, infame, bajo, abyecto, maligno, pérfido, despreciable, mezquino, tacaño, avaro, agarrado, roñoso, cicatero, miserable, canalla, escoria, malvado, paria, piojoso, rastrero, sinvergüenza, sórdido, sucio, piripituche y pendejo.
Sus antónimos son: digno, honrado, espléndido, desinteresado, altruista.
¿Por qué será que en éstas definiciones son mayoría los ruines sobre los no ruines?

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