martes, 19 de abril de 2016

COLUMNA

El Manco de Lepanto

Apolinar Castrejón Marino
Bueno, empezaremos con un chiste ¿Sabe usted por qué le decían Don Quijote? Pues cuentan que cuando nació era tan largo y flaco, que cuando su papá lo tuvo por primera vez en sus brazos, dijo: 
- Oh. ¡Qué hijote! 
Y las gentes que estaban ahí creyeron que había dicho Quijote, y pensaron que así quería que se llamara, y así empezaron a nombrarlo. 
A propósito de este personaje, deje que le digamos que bastantes personas tienen una idea inexacta de la obra. Su título es “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Don quijote era un caballero andante, pero no era un libro de caballería.
Miguel de Cervantes Saavedra que era el autor, hizo este libro contra las historias de caballería. El personaje era viejo, flaco y esmirriado, para que la gente se burlara de él.

Había quedado loco de tanto leer libros de caballería y sus “acciones caballerescas” que él creía que eran aventuras, molestaban a la gente, porque los caballeros armados eran de tiempos pasados, y se sabía que eran inútiles y holgazanes.
Don quijote se enamoró de una molinera a la que creía una princesa. Era vulgar, pobre y vieja, pero en su locura él la miraba joven, hermosa y rica.
Aun así hubo otro más loco que se convirtió en su criado y seguidor, Sancho Panza, quien trataba de sacar provecho de las locuras de “su amo”. Y don quijote le prometió que cuando terminaran sus aventuras le iba a regalar una isla para que viviera.
Es una obra que muchas gentes citan tratando de dar la impresión de que son cultos, pero en realidad, pocas gentes la han leído. Es más, muchas gentes la han empezado a leer, pero no la han terminado. Otras gentes la han leído, pero sabemos que no han entendido “ni papa”.
Sabemos de gentes tan farsantes que citan una frase muy significativa “…ladran los perros Sancho, señal de que avanzamos”. Pero nosotros podemos asegurarles que esa frase no se encuentra en ningún lugar de la obra, ni fue pronunciada, ni escrita por el escritor español Miguel de Cervantes. Por cierto, que esta frase es muy utilizada por las gentes que se dicen calumniadas.
Cervantes (así se abrevia su nombre) nació en Alcalá de Henares, y falleció el 23 de abril de 1616. Fue soldado al servicio del Cardenal Giulio Acquaviva y en una batalla contra la armada turca en el estrecho de Lepanto, resultó gravemente herido. Como consecuencia, una mano se le atrofió, y desde entonces le llamaban “El Manco de Lepanto”.
 Según uno de los “Libros de Difuntos” de la iglesia parroquial de San Sebastián, en el folio doscientos setenta, se encuentra inscrito: “En 23 de abril, de 61 años murió Miguel Cervantes Saavedra, casado con doña Catalina de Salazar”. “Recibió los Santos Sacramentos de mano del Licenciado y sacerdote Francisco López; se mandó enterrar en las Monjas Trinitarias, y decir dos Misas del alma, a voluntad de su mujer, que es testamentaria”. “Al día siguiente, vestido con el hábito de San Francisco y con la cara descubierta, fue llevado por sus hermanos de religión, de la calle del León al convento de las monjas trinitarias descalzas en la calle de Cantarranas. Allí le enterraron y allí descansa aún”. 

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