lunes, 22 de mayo de 2017

ARTÍCULO

Evodio
Juan López
Gobernar es cada vez más un oficio operado desde una fortaleza rodeada de fosos y caimanes, que una arcadia que propicie la paz y  el orden social, por medio de manifiestos que lleven el bienestar a la sociedad y calmen la estridencia de una opinión del público, que más que nunca tiene fugas y escapes en las redes sociales para carcomer cualquier reputación con un desgaste continuo, irritante.
Hubo tiempos en que la ocupación de denostar a la autoridad era exclusivo de ciertos personajes: periodistas que teníamos acceso a los diarios y nos ensañábamos en columnas editoriales con páginas que parecían epitafios de lo despiadado como cortaban la yugular de las víctimas. Recordemos en Acapulco a Nacho de la Hoya: muy preciso, contundente, implacable, no había honra dudosa que no fulminara su prosa corta envenenada con su crítica sin

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