viernes, 18 de mayo de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor Contreras Organista
(18 de mayo de 2010)
A partir de este día, la casa de Pedro Ascencio Alquisiras número 2, en el centro de Chilpancingo ve partir para siempre al último de sus ocupantes, a mi gran amigo y compadre Sergio Álvarez Calleja.
Entre los muros, los corredores y los departamentos de esa casa, en sus escaleras y en su azotea vi crecer a Sergio y a sus hermanos Bernardo, Carlos, Alejandro, Socorro y Nacho. Y de hecho crecí a su lado.
En la dedicatoria del libro que escribió su muy querido y respetable padre, don Ignacio Álvarez Torres, IGALTO: “Memorias de un Electricista de la Comisión Federal de Electricidad”, me dice su autor: “Te lo dedico con el mismo cariño que lo dedico a mis hijos, porque te siento parte de mi familia ya que creciste con ellos”.
Don Nacho con su esposa doña Graciela Calleja Garibay vinieron del estado de Jalisco en los años 40. El fue uno de los técnicos, sin duda el principal, que instalaron la primera planta hidroeléctrica de Colotlipa. Hombre admirado por inteligente, por creativo, por callado y por paciente.
Y vaya si tenía que ser paciente el timón de una familia integrada por un grupo muy especial de hijos diablillos como fueron sus “querubines”. Todos, claro, corta

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