Roberto Torres Aguirre acaba de brindar no sólo a la vapuleada y decadente “clase política” de Guerrero sino a todo ente pensante que deambule por estos lares lo que vale un hombre como él quien por muchos años se ha desenvuelto en la actividad del servicio público desde su trinchera, el partido tricolor.
Ayer a las cinco de la tarde se llevó a cabo una misa en la catedral de la Asunción pidiendo a Dios le devuelva la salud ya que, según ayer mismo leímos en el periódico LA CRONICA/Vespertino de Chilpancingo, el buen hombre enfermó, “está gravemente enfermo” reza la nota, aduciendo su delicado estado de salud al cáncer, cáncer terminal, se enfatiza.
Es posible que para algunos o para muchos, Roberto Torres Aguirre, por su aspecto, sea dueño de un carácter seco, agrio, altivo. Un político que pasa por la calle como lo hace la inmensa mayoría de ellos, sin mirar a nadie, sólo viendo al horizonte, nada más.
Cosmos
Héctor Contreras Organita
Tal vez por la responsabilidad que ha tenido durante muchos años representando a su partido en la cosa electoral sea así su carácter, o más rudo, más agresivo, porque para estar esas actividades por tanto tiempo se necesita ser un diestro. No es fácil subirse al ring y en mano a mano darse duro contra los rudos.
También es posible que la cara dura de nuestro amigo Roberto Torres Aguirre sea sólo la facha de un político soberbio y en su interior sea poseedor de un alma buena, hombre desparramado de nobleza para con quienes lo tratan en forma directa. Ignoramos cuál sea en sí su forma de ser debido a la obvia lejanía.
Pero como dice La Palabra, que “al árbol se le conoce por sus frutos”, la demostración multitudinaria que ayer tarde se dio en la iglesia fue de cariño, amistad, fraternidad, solidaridad y expresión clara del dolor que mucha gente siente por las penurias que Roberto Torres Aguirre está padeciendo. Todo ello es el testimonio invaluable de que se le quiere, se le estima, se le valora y se está con él y su familia. Lleno total.
Lo admirable del asunto es que asistieron en romería políticos no solamente de las sonajas, cencerros y güiros municipales que el pueblo padece a estas horas en las administraciones municipales y gubernamentales, sino que se hincaron, persignaron y se dieron el saludito de unidad que se estila en esos oficios religiosos políticos que pertenecen a diversas generaciones.