viernes, 23 de febrero de 2024

𝗦𝘂𝗳𝗿𝗶𝗿 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗺𝗲𝗿𝗲𝗰𝗲𝗿


César González Guerrero.            

En el año 1960 cuando, a la edad de 6 años, mi padre nos obligaba a apoyarlo en las actividades del campo, junto con mi hermano mayor, jamás pensamos que nos estaba tratando de enseñar lo "duro" del trabajo campesino.         
Igual sucedía cuando, cada tercer día, nos levantaba a las 5 de la mañana, para auxiliar en todo el proceso de la matanza de "coches" (puercos), que consistía en "juntar" la lumbre, colocar el "cazo" para hervir el agua, sacrificar y "pelar" el animal, ayudar al "matancero" en los cortes, y su respectiva separación, hasta llevarlos a un espacio llamado "galera", que funcionaba como mercado  municipal.        
Pasadas las 3 horas en esa jornada, después de "beber cafe", entrar a la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla, ya en el recreo, disfrutábamos las ricas memelas con Chile o frijol, "bajando" el alimento con el agua natural que portabamos en las inolvidables "cantimploras".                    
En varias ocasiones, dos o tres amigos solidarios, nos "invitaban" una paleta de hielo o bien alguna agua preparada que vendían en la cooperativa escolar. 
Recuerdo el gesto generoso de mis grandes compañeros de esa época, y ahora mejores amigos, José Luis García Larumbe y Arturo Silva Narciso. 
Siempre solidarios a la hora del recreo.             
Al término de la jornada escolar, y preparado el "morral" con los alimentos para mi padre, y gracias al "burrito" que nos trasladaba a los terrenos de El Carrizo, ya "amolado" el Machete, nos introduciamos a las "carriles" o "calles" del sembradio de maíz, realizando la "chapona", que en ocasiones en lugar de machetes, se utilizaba la inolvidable "tarecua".         
Fueron miles los días (6 años) que nos dedicamos a esas y otras actividades más, siempre apoyando a mi padre quien, sudoroso, nos "animaba" a no "quejarnos" de la "dureza" del trabajo campesino. 
Por supuesto, con una actitud enérgica, que ahora valoramos mucho, nos decia: "...si no quieren estudiar, así van andar toda su vida...". Tal vez eso nos hizo razonar, y decidimos que lo mejor era ir a la escuela. Mi padre tenía razón.              
Años después, ya estudiando la secundaria en Acapulco (1967-1970), viviendo en la casa de la inolvidable Tía Florentina Manzanarez Guerrero (Ma Tina), aprendimos nuevas lecciones de vida, con el carácter fuerte pero educativo, de ella y su mamá, la tía Ma Rosa (Rosa Guerrero), quienes todos los días nos insistían y motivaban a seguir estudiando, con la frase que nunca olvidaremos: "...hay que sufrir para merecer...".        
Ahora, después de los 65 años transcurridos, homenajeamos a quienes hicieron posible haber concluido dignamente una carrera profesional.       
A nuestros padres, familiares y amistades que nos enseñaron que la vida no es fácil, y que si queremos alcanzar mejores condiciones de bienestar, nos debemos esforzar y sacrificarnos.     
Historias como estas las encontramos en casi todos los pueblos de México. Más en Guerrero, nuestra entidad que carece de desarrollo y atención de las autoridades de todos los niveles.
Aunque ahora el gobierno otorga dinero a la gente, y se supone es para beneficiar, parece ser que es para perjudicar.
Persiste y se incrementa la problemática social, hay más pobres, más delincuencia, más violencia, más inseguridad, más desempleo, más adicciones y drogadicion, menos producción, menos calidad educativa,  etcétera.               
Quizá la modernidad  nos exige más responsabilidad, pero quizá, también mejores sistemas y políticas  gubernamentales.
#𝘝𝘰𝘵𝘢𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢𝘴🗳️

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