Apolinar Castrejón Marino
En esas tierras lejanas de los cedros sagrados del oriente, había un Rey que procuraba gobernar con justicia y equidad. Cada día, cuando se levantaba, disfrutaba tener un hermoso y elegante palacio, un reino con muchos siervos y vasallos, y una corte de caballeros y de damas, que se esforzaban para complacerlo.
Sus bodegas estaban llenas de alimentos y bebidas, y el tesoro real era cuantioso. Pero en el transcurso del día, tenía que afrontar asuntos de guerra con sus vecinos, de diplomacia con las autoridades religiosas, del cobro de impuestos, y del gasto público. Su buen humor iba desapareciendo, y para la tarde estaba nervioso y enfadado.
El Rey era muy inteligente y observador, y llamó su atención un paje -de los 20 que lo atend
En esas tierras lejanas de los cedros sagrados del oriente, había un Rey que procuraba gobernar con justicia y equidad. Cada día, cuando se levantaba, disfrutaba tener un hermoso y elegante palacio, un reino con muchos siervos y vasallos, y una corte de caballeros y de damas, que se esforzaban para complacerlo.
Sus bodegas estaban llenas de alimentos y bebidas, y el tesoro real era cuantioso. Pero en el transcurso del día, tenía que afrontar asuntos de guerra con sus vecinos, de diplomacia con las autoridades religiosas, del cobro de impuestos, y del gasto público. Su buen humor iba desapareciendo, y para la tarde estaba nervioso y enfadado.
El Rey era muy inteligente y observador, y llamó su atención un paje -de los 20 que lo atend