miércoles, 22 de enero de 2020
ARTÍCULO
Don Pablo Sandoval Cruz
(1918-2020)
(1918-2020)
Isaías Alanís
Pequeño gigante, padremadre, hermano de la espiga
Señor de la ceiba prodigiosa, del estruendo del silencio
Dueño desde siempre y para siempre de la libertad
A la que le serviste como un rebelde consumado.
Has muerto, Pablo, lo sabemos, has muerto
Callada esta tu voz, tu sangre libertaria
Ya no te escucharé contar en la noche perfec
Señor de la ceiba prodigiosa, del estruendo del silencio
Dueño desde siempre y para siempre de la libertad
A la que le serviste como un rebelde consumado.
Has muerto, Pablo, lo sabemos, has muerto
Callada esta tu voz, tu sangre libertaria
Ya no te escucharé contar en la noche perfec
ASE
El Auditor Superior Alfonso Damián Peralta, hoy miércoles ya por la tarde, continuó con las actividades de su agenda, tuvo un encuentro con el Titular de la Coordinación de Transparencia, para revisión de temas propios de esta unidad administrativa de la #ASEGuerrero.
REFLEXIÓN POÉTICA DESDE ESPAÑA
COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
*Víctor Corcoba Herrero/Escritor español
*Víctor Corcoba Herrero/Escritor español
EN LAS MANOS DE DIOS COHABITAMOS
“Venid a mí cuantos andáis fatigados y abrumados de carga, y yo os aliviaré. Tomad y cargad mi yugo; haceos discípulos míos, pues yo soy de benigno y humilde corazón; y hallaréis reposo para vuestras almas” (Mt 11,28-29).
I.- DE LA CONGOJA AL REGOCIJO
Me niego a tener miedo, a cerrarme en banda,
a morirme en la tristeza, a no gozar de los días,
a castigarme con las contrariedades de la savia,
a penarme y a no ser capaz de verme y mirar,
hacia ese horizonte que amanece tras el oca
“Venid a mí cuantos andáis fatigados y abrumados de carga, y yo os aliviaré. Tomad y cargad mi yugo; haceos discípulos míos, pues yo soy de benigno y humilde corazón; y hallaréis reposo para vuestras almas” (Mt 11,28-29).
I.- DE LA CONGOJA AL REGOCIJO
Me niego a tener miedo, a cerrarme en banda,
a morirme en la tristeza, a no gozar de los días,
a castigarme con las contrariedades de la savia,
a penarme y a no ser capaz de verme y mirar,
hacia ese horizonte que amanece tras el oca
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