martes, 5 de junio de 2012

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

En estos tiempos de pruebas ENLACE y la famosa Evaluación Universal al sector educativo, que pese a los desgarres de vestimenta del presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, el magisterio sigue empecinado en no dejarse calificar, y en todo caso sí, recibir todas las canonjías habidas y por haber. Se debe hablar de examinar.

Ahora bien, si partimos de allí, precisamente en estos tiempos electorales, hay que aventar la pregunta sobre ¿cuántos de los candidatos podrían haber estado dispuestos a ser evaluados no con votos para el cargo, sino para ocupar la candidatura que muchos ahora ostentan?
¿Quién les dijo a esos que ahora andan con sus costales de sueños, que el pueblo en verdad los quiere para representar tal o cual partido?, con toda sinceridad allí hay un hueco ignominioso, aquí si no es el pueblo, cuando menos se les debería aplicar un examen también para conocer sus capacidades.
Y es que en esta viña del Señor hay de todo, así, en esa línea que rompe y rasga. En estos tiempos electorales hay muchos inquietos que de pronto y como para levantar polvo, se inventan encuestas para decir que tal o cual sector los busca e impulsa, como que de repente ser candidato se resume a ser el más popular, sin necesidad de que tenga capacidades de nada.
Allí el ejemplo del neo perredista Socorro Sofío Ramírez Hernández, quien ha sido entre sus tanta verborrea cantinflesca, quien ha podido colorear mejor la situación al afirmar que para ser legislador, no se necesita ser inteligente, pues el trabajo lo hacen los asesores, y que los diputados que se debe suponer que ponen lo más, aportan su presencia y su fina y dulce voz.
Eso de cierto, debe ser muy complicado. Imagínense que de repente mientras en la televisión camaral se ve y escucha un debate entre diputados, en realidad la polémica es entre asesores, allá, tras bambalinas, y que les hacen llegar los argumentos vía receptores que los legisladores se colocan en los oídos.
Y bueno, en el PRI no se cantan mal las rancheras, que empieza desde Enrique Peña Nieto, que va de error tras error, o acá nuestra candidata a la Senaduría que tiene la difícil virtud y capacidad de ser sobrina de Carlos Salinas de Gortari e hija del ex gobernador José Francisco Ruiz, Claudia Ruiz Massieu Salinas, que entre sus geniales frases ha sostenido que quiere ser senadora porque quiere llegar al Senado.
 O por allá, otro candidato, Catalino Duarte Ortuño, dijo que iba a impulsar, de igual manera que lo hace el gobernador, Ángel Aguirre Rivero, un programa de analfabetismo, como para tropezarse y dejar en el aire que de por sí burros, nos iba a convertir en más burros, para propio orgullo nuestro.
¿O qué tal la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, quien habló en los mismos tonos, pero que debería impulsar el lavado de dinero?... estos casos son para ejemplificar, de entre los miles que se han escuchado o se habrán de escuchar.
De allí parte la preocupación. Pues vemos a políticos que quién sabe de dónde sacan que el pueblo los califica bien para merecer otro cargo, gente como Héctor Astudillo Flores, por ejemplo, entre los tantos más, que no acaba un periodo para buscar otro, el que sea, mientras sea vivir a costa del presupuesto.
¿Acaso esos que fueron diputados locales, aprobaron el examen popular para decir que van por otro cargo?, ¿quién les dijo que esto funciona así?, con estas arbitrariedades y actos bizarros, que mejor se callen la boca para decir que van a hacerle caso al pueblo, porque en honor a la verdad, es al que menos voltean a ver en eso de las calificaciones.
 Digo, ¿por qué no califican a los candidatos para llamarse como tales?, un examen sería los más democrático, sustentado en un liderazgo y carisma, además de claridad en las ideas, y evitar decir, en otro de los ejemplos que duelen, algo como que «en este cerro la gente se está muriendo de hambre», para incurrir en frases foxianas, sin voceros que salgan al quite con «lo que el candidato quiso decir»…
Si la gente se está muriendo de hambre, bueno caray, cuando menos que les invite un taco de sal con una coca tibia, o que emprenda a la de ya, el acopio de alimentos, para evitar la mortandad.
Pues bueno, en eso de calificar a nuestros abanderados que el pueblo no puso, hay cada escena y cada acto que no sólo da risa, sino que causa el lloro del más valiente.

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