COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

MERCADO

Debe ser la “calle 21 de marzo”, esquina con avenida “Insurgentes”, exactamente donde comienza el estacionamiento del mercado para todas las unidades (antes “combis”, hoy “urvans”) de servicio público de Chilpancingo, donde, desde hace por lo menos dos años, se localiza una alcantarilla con su parrilla de metal hundida, y que atraviesa a lo ancho la avenid

a “Insurgentes”.

Es una hendidura de regulares dimensiones sobre la que todas las unidades del servicio público y particulares que transitan por ese carril, adyacente a la avenida de referencia, hacen rodar sus vehículos, obligándolos a caer  en esa zanja, con lo que obviamente, se deterioran las unidades, Pero en dos años, o tal vez más tiempo, ni la administración del mercado, ni los transportistas, ni Servicio Público Municipales han movido un dedo para remediar el problema.

Tal vez porque el ayuntamiento de Chilpancingo no cuenta con presupuesto para mandar arreglar el desperfecto, tal vez porque la oficina de servicios públicos municipales no tiene presupuesto para enmendar ese tipo de averías en la ciudad, que es parte medular de sus actividades oficiales. 

Los usuarios afectados por esa alcantarilla, son dueños y choferes de las urvans, ya que al averiarse la suspensión de su vehículo al hacer rodar sus unidades, les sale más caro “el caldo que las albóndigas”: hay que pagar reparación (mano de obra y refacciones), cuando y que pudieran evitarse ese gasto.

Decía don Mario Castillo, famoso comerciante chilpanchingón del ayer, cuando se daba cuenta de un problema mínimo y lo dejaban crecer: “¡Hacen de un  huevo, un mundo!”… Efectivamente, dejan crecer un problema que tiene o puede ser solucionado de inmediato y sin darle tantas vueltas.

Es bochornoso y hasta ridículo que el tema de una alcantarilla deteriorada frente al mercado principal (desde hace un par de años) imposible de ser reparada, por negligencia, exhiba a Chilpancingo como una ciudad gobernada por irresponsables.