𝗛𝗼𝘆 𝟮𝟴 𝗱𝗲 𝗱𝗶𝗰𝗶𝗲𝗺𝗯𝗿𝗲 𝘀𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗺𝗲𝗺𝗼𝗿𝗮 (𝗻𝗼 𝗲𝘀 𝗳𝗶𝗲𝘀𝘁𝗮, 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗰𝗲𝗹𝗲𝗯𝗿𝗮𝗰𝗶ó𝗻) 𝗲𝗹 𝗱í𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝘀𝗮𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗶𝗻𝗼𝗰𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀...

 

 

Hoy es un día triste, pues la piedad popular evoca la matanza de inocentes por un reyezuelo (Herodes que pasa a la historia por la puerta falsa de la degeneración humana), que embriagado de soberbia, se sintió dueño de la vida y del destino de nacientes flores humanas.

 

La biblia, “el libro de libros”, nos narra que herodes, queriendo exterminar al rey verdadero (Jesús niño) “…mandó matar a todos los niños de dos años para abajo que vivían en belén y sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que le habían dicho los sabios” (mateo 2:16-18). Puede abordarse como un simbolismo que nos muestra que el ser humano de hoy, en mucho, materializa a los Herodes de ayer, pero en versiones más renovadas, más sádicas, más crueles, más salvajes, pero también, incluso más sofisticadas, pero viles al fin. Los modernos Herodes a lo largo y ancho del mundo, son aquellos que tienen la posibilidad de ejercer un poder y lo despliegan, pero de manera arbitraria, argumentando una “libre disposición del cuerpo”, mezclados con autorizaciones de sodomía y otras iniquidades, tal parece que hoy vivimos la era de la transgresión y se enaltece hasta excesos grotescos. Ayer se mató a los santos inocentes en su primera infancia y hoy, se autoriza asesinar a los no nacidos y lo que es peor, por quien debiera ser santuario y depósito de vida. Sin embargo, la justicia no está en manos del género humano. Ésta, viene del altísimo y quieran o no por arrogancia, negar este hecho, más temprano que tarde no llegará la venganza, sino solo la justicia divina. ¡Honra y gloria a todos los que han perecido ayer y hoy, por causa del imperio del mal que parece haber vencido al bien!...

Así, que esta historia encierra una paradoja, porque mientras los hijos de la luz, celebraban el nacimiento del mesías prometido. El mal, festinaba la muerte de la inocencia, bañado de arbitrariedad y la más asquerosa impunidad, creyéndose dioses del momento.

Este día es y debe, desde mi juicio, ser en todos los tiempos, un referente de luto universal, porque prevalece la muerte sobre la vida y más que una celebración debe servirnos a mi juicio, como un acto de reflexión, como seres humanos:

Esta reflexión sirva, para que nunca jamás se repita (cuando se comprenda que no es lícito matar, porque nuestra misión en la tierra es dar vida. Construir y no destruir, es la misiva, para que cuando reflexionemos nos interroguemos, si vamos por el camino correcto o si hemos extraviado desde hace algunos ayeres el camino que nos lleve a la virtud y al bienestar colectivo…

J. Jesús Pastenes Hernández