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“๐๐ฆ๐ค๐ข๐ฑ๐ข๐ค๐ช๐ต๐ข๐ณ ๐ด๐ฐ๐ฃ๐ณ๐ฆ ๐ญ๐ข ๐ฆ๐น๐ฑ๐ช๐ณ๐ข๐ค๐ชรณ๐ฏ, ๐ข๐บ๐ถ๐ฅ๐ข ๐ข ๐ฎ๐ช๐ณ๐ข๐ณ ๐ค๐ฐ๐ฏ ๐ฐ๐ซ๐ฐ๐ด ๐ฏ๐ถ๐ฆ๐ท๐ฐ๐ด ๐ญ๐ฐ๐ด ๐ฅ๐ช๐ด๐ต๐ช๐ฏ๐ต๐ฐ๐ด ๐ค๐ข๐ฎ๐ช๐ฏ๐ฐ๐ด, ๐ด๐ช๐ฏ ๐ฅ๐ฆ๐ซ๐ข๐ณ ๐ณ๐ฆ๐ฏ๐ค๐ฐ๐ณ๐ฆ๐ด ๐ฏ๐ช ๐ณ๐ฆ๐ฎ๐ฐ๐ณ๐ฅ๐ช๐ฎ๐ช๐ฆ๐ฏ๐ต๐ฐ๐ด ๐ฆ๐ฏ ๐ฏ๐ถ๐ฆ๐ด๐ต๐ณ๐ข๐ด ๐ฉ๐ถ๐ฆ๐ญ๐ญ๐ข๐ด. ๐๐ถ๐ค๐ถ๐ฎ๐ฃ๐ช๐ณ ๐ณ๐ฆ๐ค๐ฐ๐ฏ๐ค๐ช๐ญ๐ช๐ข๐ฅ๐ฐ๐ด ๐ฆ๐ด ๐ถ๐ฏ ๐ฑ๐ณ๐ช๐ฏ๐ค๐ช๐ฑ๐ช๐ฐ รฉ๐ต๐ช๐ค๐ฐ ๐ฒ๐ถ๐ฆ ๐ฏ๐ฐ๐ด ๐ค๐ฐ๐ฏ๐ค๐ช๐ฆ๐ณ๐ฏ๐ฆ ๐ข ๐ต๐ฐ๐ฅ๐ฐ๐ด, ๐ฏ๐ฐ ๐ดรณ๐ญ๐ฐ ๐ข ๐ญ๐ฐ๐ด ๐ค๐ณ๐ช๐ด๐ต๐ช๐ข๐ฏ๐ฐ๐ด ๐ฐ ๐ข ๐ญ๐ฐ๐ด ๐ค๐ณ๐ฆ๐บ๐ฆ๐ฏ๐ต๐ฆ๐ด”.
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Vรญctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Espaรฑol
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La vida es un vivir desvivido por amar y una fuente inagotable de anhelos, lo que nos demanda espรญritu pensativo profundo y conciliador, ya que todo renace de lo alto y se regenera en comuniรณn de pulsos. Ojalรก que la tradicional visita de estos dรญas a las tumbas de nuestros difuntos sea un momento, ademรกs de algo preciso para la deliberaciรณn interna, tambiรฉn estรฉ dotado de respuestas, por lo que significa de peregrinaciรณn terrenal a la patria del cielo. Es, precisamente, este soplo ensimismado con la pureza de la composiciรณn, lo que nos hace transitar sin temor a la muerte, manteniendo la incesante vigilancia mรญstica, que nos prepara para afrontarla con serenidad. No olvidemos, que lo importante de un penitente es hacer penitencia, corregir errores y reprender actitudes. ¡Enmendarse!, en suma.
En efecto, el camino hacia la inmortalidad estรก en el poema cultivado, en el verso que he vuelto a ser, en la gloria del regreso a la inspiraciรณn mรกs nรญvea, sustentada en conocerse a sรญ mismo, para poder restaurar nuestros propios andares. Sea como fuere, a poco que nos adentremos en nuestros latidos, descubriremos que las diversas existencias estรกn profundamente unidas unas a otras, hasta el extremo de que nuestros pasos por aquรญ abajo, el bien y el mal que cada uno realiza, afectan siempre a los demรกs. Tanto es asรญ, que las tumbas, son casi un reflejo del mundo. Recorrer, pues, los cementerios es peregrinar mar adentro, en busca de consolaciรณn, a travรฉs de un sueรฑo marcado por la esperanza de lo perpetuo.
La eternidad, aparte de enternecernos, nos alienta a dirigir la mirada hacia lo celeste, con una humanidad cada vez mรกs universal, y a digerir una invocaciรณn comรบn de armonรญa, para quien ha vivido, para quien vive, y para quien vivirรก. Lo significativo es llenarse de luz, traspasar el horizonte de la entrega, siendo incapaces de permanecer pasivos e indiferentes ante las necesidades del prรณjimo, en una era marcada por las transiciones urbanas y digitales. La apuesta se hace cada dรญa mรกs palpable, promoviendo pueblos y ciudades inteligentes centradas en las personas, lo que nos exige dar prioridad a las necesidades humanas, la inclusiรณn y la accesibilidad. Desde luego, eso estรก muy bien, pero lo nefasto radica en cultivarse sin reflexionar, serรก como malgastar la energรญa de continuidad viviente.
En consecuencia, demos tiempo al tiempo, seguramente entonces, el ignorante se reafirmarรก, mientras el ilustrado con la cรกtedra de la existencia sobrevivida, comenzarรก a dudar y a interrogarse. Ciertamente, parece que el mundo se ha vuelto mucho mรกs racional y que, incluso pensar en la muerte, es un ejercicio de recapitulaciรณn viviente, de dรณnde vengo y hacia dรณnde voy o quiero ir. Ahora, cuando nuestra naturaleza estรก aรบn en movimiento, es el intervalo requerido para purgarse y apreciarse. De hecho, recapacitar sobre la expiraciรณn, ayuda a mirar con ojos nuevos los distintos caminos, sin dejar rencores ni remordimientos en nuestras huellas. Sucumbir reconciliados es un principio รฉtico que nos concierne a todos, no sรณlo a los cristianos o a los creyentes.
รnicamente el reino de la lรญrica estรก inmerso en el reino del perenne gozo. Por eso, todos somos deudores de esa reconstrucciรณn inspiradora del himno impecable, que debemos abrazar con el รกnimo de la concordia, puesto que nos puede parecer imposible de conseguirlo, hasta que se logra. A poco que repensemos sobre aquellos difuntos, que dormitan en el sueรฑo de la paz, nos daremos cuenta que sus cuerpos esperan ser transformados por el resurgimiento. En realidad, no hay que temerle a la muerte, porque como decรญa Machado, “mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros ya no somos”. Encima, al descomponerse nuestros andares materiales logramos una nueva dimensiรณn incorpรณrea, confiando en la divina Providencia y no en suplantar la alegrรญa por tristezas.
corcoba@telefonica.net
29 de octubre de 2025.-
#๐๐ข๐ฎ๐ฐ๐ด๐๐ข๐ญ๐บ๐๐ข๐ฎ๐ฐ๐ด๐๐ช๐ณ๐๐ฆ๐ฐ๐ณ
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