COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
APOLONIO CASTILLO
En la década de los 50 se inauguró en Chilpancingo -sobre la avenida Juárez-, "El Casino del Estudiante", una construcción moderna muy amplia en ese entonces, que contaba con alberca olímpica, vestidores y un restaurante para la recreación de los universitarios.
A la alberca se le dio el nombre de Apolonio Castillo, rindiendo un justo homenaje al destacado atleta acapulqueño. La admiración de Chilpancingo y de la comunidad universitaria por Apolonio Castillo se manifestó en una escultura tallada en piedra por don Luciano González Osorio, “Don Chano González”, un gran chilpancingueño quien en piedra intentó perpetuar la imagen del tritón guerrerense.
¿Quién fue Apolonio Castillo?
El famoso reportero de nota roja del periódico El Universal, don Eduardo Téllez Vargas, conocido en los medios policíacos y periodísticos como "El Güero Téllez", asegura que Apolonio Castillo, quien había representado a México en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948, se convirtió en héroe y mártir en su propia tierra. Esto sucedió cuando formando parte del Cuerpo de rescate de la Octava Zona Naval de Acapulco, el Apolo guerrerense intentó localizar y rescatar en la bahía de Acapulco los cuerpos de una pareja de norteamericanos que habían sido asesinados y sus cuerpos echados al mar.
Esto ocurrió el 11 de marzo de 1957 luego que los diarios nacionales informaron que Luis Fenton Cabalzoro o Calvaruzo, encargado de la oficina de turismo del Hotel "Las Hamacas" había dado muerte, junto con el lanchero Daniel Ríos Osuna a los norteamericanos Joseph A. Mitchell y a Edith Hallock. Apolonio Castillo, acompañado de Ramón Bravo se sumergieron al mar solamente para descubrir que era prácticamente imposible conseguir su objetivo.
Dice el "Güero Téllez" que el tritón decidió sumergirse una vez más, sin importarle que había bebido un refresco de cola, lo cual originó que minutos después emergiera sin sentido y con los pies hacia arriba. Ramón Bravo rescató a Apolonio quien fue atendido médicamente para tratar de que eliminara de su cuerpo el hidrógeno producido por el gas del refresco. Después de permanecer unas horas dentro de un compresor, Apolonio tocó el cristal pidiendo que lo sacaran, suponiendo que ya todo había pasado.
Regresó a su casa, pero a las 7 de la noche del 10 de marzo lo llevaron de emergencia al hospital de Icacos porque se había agravado. En la madrugada del 11 de marzo murió. "Lo sorprendente del sensacional caso -dice en su libro "En el Viejo Acapulco", la escritora Luz de Guadalupe Joseph- es que el el doble crimen no hubo muertos y tampoco hubo asesinato. ¡Fue una simulación! Edith y Joseph Arthur Mitchel vivían!
Narra la escritora que los extranjeros supuestamente asesinados y echados sus cuerpos al mar, resultaron ser dos espías rojos y urdieron su muerte en Acapulco para poder escapar de una tenaz vigilancia de que eran objeto. Dicen que el último sitio donde se les vió años después, fue en una población de Borneo donde eran prósperos industriales holandeses.
De tal suerte que la muerte de Apolonio Castillo, quien gozaba de un gran cariño en el deporte internacional y especialmente en Acapulco, fue motivada por un engaño. La escritora Luz de Guadalupe Joseph, consigna en su libro: "Apolonio y compañeros eran tan excelentes buzos, que una onza de oro la habrían localizado entre Punta Brujas y la Ensenada de los Presos. Fue tan intenso el esfuerzo que desarrolló el gran nadador, que le estallaron los pulmones por falta de de compresión, o lo que sea ese mal ataca a quienes permanecen mucho tiempo bajo el agua y emergen de prisa".
Otro ilustre escritor guerrerense, Luis Ríos Tavera, en su libro "El Guerrerense", Cuentos y Leyendas, dedicó