COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
JUAN LÓPEZ ASTUDILLO
-Ganadero-
“Desde que ya me hice el viejo, las corridas que yo tuve no las he visto jamás”
Don Juan López Astudillo refirió que llegó a ser propietario de “unas doscientos reses, o tal vez un poquito más”, pero de entre su famosa ganadería sobresale una vaca que tuvo el apodo de “La Paloma” misma que llevaba a los corrales y plazas de toros de las ferias en los estados de Guerrero y Morelos “y hacía desastre”. Uno de los más famosos ganaderos de Guerrero nos concedió la entrevista la tarde del 18 de marzo de 2010 en un potrero que se localiza frente a su casa en la ciudad de Tixtla, entre las calles de Ignacio Campos y Justo Sierra.
-¿Cómo era esa vaca que usted llamaba La Paloma?
“Uhhh, bravísima. La llevaba a los corrales de toros. Era blanca, y era bandida. Cuando la metíamos al corral hacía desastre. Revolcaba gente y hacía diabluras, era un animal bravísimo. Me bajaba del caballo, iba yo y le ponía la reata y la sacaba jalando, así como estaba de endiablada. A mi me respetaba”.
-¿Cómo llegó La Paloma a sus manos, don Juan?
“Se la compré a un señor que aquí tuvo mucho ganado, se llamó Tilo
-Ganadero-
“Desde que ya me hice el viejo, las corridas que yo tuve no las he visto jamás”
Don Juan López Astudillo refirió que llegó a ser propietario de “unas doscientos reses, o tal vez un poquito más”, pero de entre su famosa ganadería sobresale una vaca que tuvo el apodo de “La Paloma” misma que llevaba a los corrales y plazas de toros de las ferias en los estados de Guerrero y Morelos “y hacía desastre”. Uno de los más famosos ganaderos de Guerrero nos concedió la entrevista la tarde del 18 de marzo de 2010 en un potrero que se localiza frente a su casa en la ciudad de Tixtla, entre las calles de Ignacio Campos y Justo Sierra.
-¿Cómo era esa vaca que usted llamaba La Paloma?
“Uhhh, bravísima. La llevaba a los corrales de toros. Era blanca, y era bandida. Cuando la metíamos al corral hacía desastre. Revolcaba gente y hacía diabluras, era un animal bravísimo. Me bajaba del caballo, iba yo y le ponía la reata y la sacaba jalando, así como estaba de endiablada. A mi me respetaba”.
-¿Cómo llegó La Paloma a sus manos, don Juan?
“Se la compré a un señor que aquí tuvo mucho ganado, se llamó Tilo