Emblema de la guerra
sucia, El Quemado
sucia, El Quemado
Margena de la O.--Un día de finales de agosto de 1972, unos militares llegaron a El Quemado, un pueblo de Atoyac de Álvarez ubicado en las faldas de cerros que dictan el camino hacia la Sierra. Era de mañana. Un primer grupo cateó las casas, y un segundo realizó las detenciones de unos 92 varones por presunto cobijo a la guerrilla del maestro rural Lucio Cabañas Barrientos.
El grupo de detenidos, donde lo mismo había adolescentes que ancianos, representa en carne propia las consecuencias de la política institucional de tortura, desaparición y exterminio de entonces.
Los militares en ellos probaron todas las formas de castigo físico o psicológico que conocían. Agujas clavadas bajo las uñas, descargas eléctricas en los genitales, vendaje permanente de los ojos, espanto del sueño a punta de golpes, ayunos, son sólo algunas. Aunque la prueba máxima fue obligar a las víctimas a ver cómo lastimaban a sus padres, hijos o hermanos.
El grupo de detenidos, donde lo mismo había adolescentes que ancianos, representa en carne propia las consecuencias de la política institucional de tortura, desaparición y exterminio de entonces.
Los militares en ellos probaron todas las formas de castigo físico o psicológico que conocían. Agujas clavadas bajo las uñas, descargas eléctricas en los genitales, vendaje permanente de los ojos, espanto del sueño a punta de golpes, ayunos, son sólo algunas. Aunque la prueba máxima fue obligar a las víctimas a ver cómo lastimaban a sus padres, hijos o hermanos.