viernes, 17 de septiembre de 2010

Opinión


Las mentiras
del bicentenario


(Ultima de 2 partes)
Isaías Alanís
Al Emiliano por todas sus preguntas


El país, el concepto de México, una vez «consumada la independencia» de España bajo una serie de planes, proclamas, escaramuzas y batallas. Apretones de tuercas del imperio comandado por Maximiliano, tocó fondo años más tarde con la invasión norteamericana. Gracias a la barbarie y empuje de su ejército, tenemos «niños héroes». Molino del Rey y Castillo de Chapultepec, como entidades mágicas de la iconografía metafísica en la historia de México, y más de la mitad del territorio nacional, «vendido» por Santana y un país fragmentado en entidades micro históricas de variopinto linaje y destello. O sea no todo mito es real ni la realidad mitológica.
Tuvieron que cruzar pantanos, desiertos, arenas calcinadas para que el concepto de patria se fuera construyendo bajo el látigo de revueltas y golpes de estado. Y el que más ha marcado al México contemporáneo, sin duda lo es la era de Porfió Díaz. Tres décadas y cachito de mangonear al país como si se tratara de su hacienda personal, protegido y camuflado por un micro ejército de bien llamados «científicos», que se encargaron de dirigir y planear el destino del país. Explícitamente de su desarrollo para una casta de privilegiados, que no le piden nada a sus discípulos como Carlos Slim, que gracias a un ex presidente de orejas largas, es hoy, el hombre más rico del mundo, en un país de cien millones de habitantes, cuyas tres terceras partes se encuentran en la pobreza y la mitad en pobreza y marginalidad extrema. Si don Porfirio viviera, habría de querer tener a Pedro Aspe como Secretario de finanzas y a Salinas de Gortari como Primer Ministro de su corte y al «Chapo» Guzmán como Jefe de la Policía Rural.
Pese al artero golpe de estado, organizado por contrarrevolucionarios, con la anuencia y complicidad del departamento de estado Norteamericano y su procónsul de ese entonces; Madero, Pino Suárez, presidente y vice presidente de México, fueron asesinados por las huestes mafufas de Victoriano Huerta, consumandose un duro golpe a un primer intento democrático en México después de treinta y cinco años de poder porfirista. A partir de entonces se agudizarán las pugnas internas; en el norte, Villa y Carranza, en el sur Zapata, colisionaron hasta que el triunfo del constitucionalismo, sentó las bases del México pos revolucionario. Con todas sus contradicciones, errores y aciertos.
Si vemos con ojos de mexicano la historia, también es importante resaltar lo logros del movimiento de masas de 1910: la Constitución de 1917, que rige al estado mexicano. Seguro Social, cultura y educación gratuita. Derecho a la salud. El ejido como corazón germinal del campo mexicano y demanda de los revolucionarios zapatistas. Nació el ISSSTE, Secretaría de la Reforma Agraria, ojo, reforma agraria. Y el vuelco dado por el cardenismo con la expropiación petrolera empresas gringas e inglesas. Ferrocarriles Nacionales de México. Y una serie de medidas nacionalistas que le dieron un rostro y un corazón al país. La UNAM, centro de la ciencia -también cumple cien años- y las humanidades, el Politécnico y la formación de técnicos para levantar al país del ruralismo. Floreció el arte, el muralismo mexicano se exportaba a otros países. Se abatieron índices de pobreza y la paridad de la moneda mexicana frente al dólar no era escandalosa como ahora. Hubo crecimiento sustentable y se sentaron las bases para una nueva ruta social, que desgraciadamente se tiró por la borda durante la segunda mitad del siglo pasado y se inició la ruta del descalabro y la desnacionalización de lo que de acuerdo a la Marta Magna, le corresponde usufrutuar única y exclusivamente a los mexicanos. Esta racha deslizante hacia la dependencia comenzó cuando fue «electo» presidente por el dedo sagrado del partidazo en el poder, Miguel de la Madrid Hurtado. Quien se rodeo de sus «científicos modernos», la mayoría de ilustre apellido y que hicieron sus estudios en universidades extranjeras, primordialmente norteamericanas.
A partir de esa década comienza la «desrevolución» anti social mexicana. La famosa revolución interrumpida, se quedó atrás. Con el grupo de Chicago Boys, el país vuelve a los fueros de la dependencia. Comienza el camino de la desnacionalización de empresas estratégicas. La dependencia económica con nuestros vecinos del norte, o sea los dueños del traspatio. Les compramos todo y les vendemos todo al precio que quieren. La plataforma productiva también depende en un noventa por ciento. En México no hacemos ni pinzas para depilar, mucho menos que ahora los chinos y su ejército de millones de laborantes esclavizados, producen toda clase de chucherías de malísima calidad a bajo precio, accesibles para una economía primitiva como la mexicana.
Se inicia la venta de los bancos. La descapitalización de México es galopante. Se provoca la devaluación que no ha parado hasta este momento en que escribo esta nota. Y La Gorgona del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, desde sus rascacielos de vidrio, inducen el crecimiento y le abonan a la dependencia a costa de la marginalidad global y endeudamiento del país.
De Miguel de la Madrid a Salinas de Gortari, la revolución no sólo fue traicionado, sino hecha trizas. Si bien la reforma de estado, creo «instituciones democráticas» como ésta donde hoy reflexionamos con ustedes, también acotó y cerro los cauces sociales que la impulsaron. Se privatizó el ejido en un afán modernizador de la agricultura que se ha convertido en un desastre y su anulación peligrosa para la alimentación de los mexicanos. Eje central del movimiento armado. Se comenzó a privatizar el petróleo, la electricidad; se vende barato, el uranio, oro, plata, aguas territoriales, todo, incluyendo a los furgones donde Villa se paseaba con sus concubinas. Hoy no existe Ferrocarriles Nacionales, han regresado a sus antiguos dueños. Ya no hay ejido. Las organizaciones campesinas no han tenido el impulso para convertir a México en el granero de América Latina. Hoy compramos maíz, frijol, arroz, soya, dependemos de California y de su cosechas transgénicas. Más dependencia, querido Hidalgo, traductor de Moliere y de los clásicos, hablante de purépecha, otomí y amante celebre, hoy supuestamente sacado del closet erótico por taravisa. Miramón y Mejía, se hubieran escandalizado con la firma del Tratado de Libre Comercio. Y en la aldea global, México es una ínsula que en breve será otra estrella de los barbaros del Norte. Al paso que vamos. Ni dudarlo, mis amigos.
Entonces, para volver al redil de esta charla. ¿Hay motivos serios para celebrar, conmemorar o reflexionar sobre esta doble fecha en este año? Hay regiones de ingobernabilidad cañonas. Para no ir tan lejos a Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Durango, Michoacán; donde la violencia es el ave de mal agüero cotidiano, se realizan narco bloqueos, asesinan a un candidato a gobernador, colocan carros-bomba, y hace un año, el mero 15 de septiembre, estallaron granadas en la plaza de Morelia durante el festejo de la independencia. Me pregunto y les pregunto ¿Quién en su sano juicio después de las diez de la noche sale a comer tacos en Ciudad Altamirano?
¿A doscientos años de independencia y a cien de revolución, tenemos un gobierno digno o sólo poseemos un gobierno que no ha sabido conducir a la nación y se la ha entregado en bandeja de plata al crimen organizado del Banco Mundial y del Pentágono, y cuyos tentáculos ejecutores, son los cárteles de la delincuencia política organizada que encuentra tierra fértil en un país asolado por el hambre, corrupción, falta de liderazgo y conducción, desorden financiero, y a una sociedad alienada y propicia a toda clase de estímulos, vengan de donde vengan, incluyendo el paquete en el alza de la canasta básica, el incremento a la gasolina que ahora está más cara que la cocaína?
Y la planta productiva quebrada, vendida, rentada o regalada al extranjerismo ramplón de siempre. Y los salarios, bien gracias, igual que hace una década. Sube todo menos el salario en demerito de la capacidad adquisitiva de los mexicanos y por supuesto de la nula calidad de vida. A menos que alguien de aquí sea ministro de la corte, senador, diputado, consejero electoral, etc. Ah pero nos e digan los impuestos. Pagamos más que los súbditos ingleses del siglo XVII a reyes, condes y ducados.
Hablar del Bicentenario fallido, es una obligación de cada mexicano, porque no sólo la economía se ha degradado, sino las propias instituciones que le han costado tanto al país, hoy están al servicio de los más ricos. Como en la época de Don Porfirio. Yo desciendo de una familia porfirista por línea materna y sé muy bien lo que es eso. Un simple ejemplo, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ganan en un mes lo que un obrero gana en años. Y pese a ello, sus fallos a veces son contrarios al sentido común, beneficiando a los poderosos. El caso del SME, es patético y aleccionador. También Cananea, ejemplo iconográfico de la historia de la revolución, cien años después de la masacre de obreros en 1906, hoy la mina de Cananea, es asaltada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, violentados los derechos de los trabajadores. ¿Entonces cómo vamos a conmemorar esta fecha simbólica que nos lleva a recordar hechos que impulsaron el movimiento armado de 1910, cuando cien años después sucede lo mismo, en el mismo lugar pero sin la misma gente y con Juan Gabriel?
¿Qué hacer ante la impunidad desmedida, la desnacionalización de la riqueza de México? La agonía de los partidos de estado, el cinismo cruel de potentados y medios de comunicación, de políticos corruptos, de banqueros insaciables en un país que se desmorona bajo el flagelo del crimen organizado y la corrupción en todos los órdenes de la vida política, social, económica y cultural del país?
Y si se quiere honrar a los prohombres y mujeres que con su pensamiento y acción buscaron los caminos de la justicia social, habría que reflexionarlo muy bien y valorar cada una de sus acciones. Identidad y memoria histórica van de la mano, También conocimiento para discernir y disentir entre un embute y la realidad. En todos los Méxicos que hay en México, planea gracias al gobierno actual, robarle el futuro a las nuevas generaciones con una memoria inconclusa, traicionada, dividida y manipulado, de acurdo a sus intereses. La dejadez de la Comisión y del gobierno Federal, tienen en el precipicio histórico al pueblo de México. Reencauzar la memoria histórica y la identidad nacional en la pluralidad, la diversidad y sin exclusión de nadie, es un reto que tenemos como sociedad. Habrá que emprender una cruzada por la patria y reactivar el motor de México, así de simple, porque de lo contrario, los buitres que desde el siglo XVII le han echado el ojo al país, se ciernen sobre el cielo de México. Y como mexicanos, salir a la calle a preguntar y preguntarnos sobre las soluciones más adecuadas para esta crisis en todos los órdenes que padecemos los mexicanos. Tenemos un pasado glorioso, una historia única y un potencial humano capaz de revertir este camino equivocado.
Nosotros los de hoy, tenemos la palabra para ustedes del mañana, que habrán de habrán de evaluar nuestra complicidad, silencio o rebeldía e insurgencia, ante la oprobiosa realidad de aceptar sin remilgos el fraude con este anodino Bicentenario. Plagado de mentiras, deslices, opacidades y desdén de una clase política ignorante y cínica de la identidad cultural de los mexicanos, y de la memoria histórica como motor simbólico de transformación, permanencia y cambio.
Chilpancingo, 11 de septiembre de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.