jueves, 30 de agosto de 2012

COLUMNA

Cosmos


Héctor Contreras Organista


Si «Chile Frito» no hubiera,
no hubiera feria tampoco,
                                                                                                                      ni toros, ni grito alegre,
ni la música de El Polvo…


En su «Canto Íntimo a Chilpancingo» (1961), el poeta nacido en el barrio de Tequicorral, Manuel S. Leyva Martínez destaca: «Te subes a la silla voladora/por llevar tu alegría al firmamento/y le tiras al blanco de artificio/por ganarte la feria como premio».
«Un premio (del latín praemium) es cualquier artículo o compensación de otro tipo, como regalos o dinero, que se recibe por agradecimiento o reconocimiento al esfuerzo realizado, aunque para algunos premios interviene la suerte, y en otros se requiere (normalmente) además de la suerte, de la compra de un producto, servicio, boleto o ver algún programa o anuncio de televisión, o hacer una llamada telefónica, para poder tener alguna oportunidad de acceder a un premio; tal es el caso de los premios que otorgan las loterías, rifas y casi todos los sorteos de televisión» (Wikipedia).
Viene a cuento lo anterior porque mucho se ha discutido sobre a quién deben otorgárseles ciertos premios o reconocimientos cada vez que se celebra en octubre la Erección del Estado de Guerrero o un mes antes, en septiembre la medalla «Sentimientos de la Nación».
Sin exagerar, ríos de tinta han corrido por infinidad de talleres linotipográficos sobre el tema en el que se aportan méritos, se publica un abanico de currículum(s) destacando las virtudes de tal o cual personaje o en otros terrenos se colectan firmas para proponer a don fulano o a don zutano para que se le dé un premio, se le otorgue reconocimiento, se le exhiba ante el pueblo de Guerrero como un paisano o paisana que ha destacado en cualquier actividad humana y merece ser premiado o premiada por el gobierno o por el Congreso del estado, según sea el caso.
Hace diez años, en el 2002, el modestísimo tecleador que les habla –escribiendo- estimó conveniente proponer a don Jesús Zaragoza Abarca, difusor número uno de la banda del «Chile Frito» para que quienes otorgan los premios de octubre, en la Erección del Estado de Guerrero, otorgaran el «Premio al Mérito Artístico» al famoso trompetista mejor conocido como «El Polvo», originario de Zumpango, ¿y qué creen ustedes? ¡Que le van dando su medallota!
¡Qué felicidad! «El Polvo», hombre-artista-campesino modestísimo que siempre usa guaraches, sombrero y ropa común de nosotros, la gente del pueblo, y él en sí un hombre sencillísimo, ese día fue al cinema «Jacarandas» con ropa nueva y zapatos. Buen rato estuvo codeándose con otros galardonados, y lo vimos sonreír, contento, feliz. Cuando me vio llegar, dejó a un lado el protocolo, porque ni él ni yo sabemos de eso, y me dio un abrazo, un muy fuerte abrazo y lloró de felicidad. Le escuché una palabra, solamente una y no hubo más: ¡Gracias!
No quisiera decir aquí aquello de que muchos son los llamados y pocos los escogidos y mucho menos eso de que «ni están todos los que son ni son todos los que están», porque en lo que a mí me consta es que la petición de un modesto periodiquero que soy yo, fue escuchada por quienes dan los premios a guerrerenses distinguidos y le dieron la medalla al Mérito Artístico a un guerrerense que se lo merece como es el sobresaliente trompetista y decano de las bandas del «Chile Frito», don Jesús Zaragoza Abarca, «El Polvo».
Esta vez, familiares y amigos de don Hermilo Castorena Noriega lo proponen para la medalla «Sentimientos de la Nación». Si no se la dieran por compromisos políticos, merece la del 27 de octubre por su gran aportación a la radiodifusión y a la cultura guerrerense. ¡Claro que la merece!

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